domingo, 2 de diciembre de 2012

QUE LA CONDENACIÓN NO ACABE CON TU VIDA



Joseph Prince en su libro  Destinados para reinar nos cuenta que estaba hablando con un hermano en la iglesia y este le contó que su entendimiento de “obedecer la ley de Dios” era que uno tiene que “actuar bien”.  Joseph explica que «aunque es cierto que la ley nos dice que actuemos bien, sin embargo siempre terminarás condenado por la ley.  

A la ley (en el Antiguo Testamento) se le llama el ministerio de condenación porque no fue diseñada para que pudieras actuar bien, sino para condenarte ¿y sabes qué? Cuanto más estés bajo la ley e intentes justificarte por ella, más fallarás y serás condenado por ella. Ese no es el camino de Dios. Él no quiere verte viviendo en culpabilidad y condenación porque, la condenación es la raíz más profunda que produce temor, estrés y todo tipo de enfermedades. Literalmente, ¡la condenación te mata!»

La voluntad de Dios es vivir una vida cristiana sin condenación. La Biblia enseña la justificación por medio de la fe como el remedio para la condenación.

¿Qué es la justificación?
El teólogo Stanley Horton lo define así: «La justificación se refiere a un acto por medio del cual, apoyado en la obra infinitamente justa y satisfactoria de Cristo en la cruz, Dios declara que los pecadores condenados quedan libres de toda culpa del pecado y de sus consecuencias eternas, y los declara plenamente justos ante su presencia»

Fundamentos bíblicos
Efesios 1: 4, 7, 11 dice que estamos en El. 1 Corintios 1: 30 Jesucristo se ha convertido en nuestra justicia. Dios nos acredita, reconoce la justicia de El a favor de nuestra cuenta; Su justicia nos es atribuida.

El apóstol Pablo en el libro a los Romanos capítulo 4  usa dos ejemplos del A.T. para sustentar la justicia atribuida:

  • Primero que Abraham, en Génesis 15:6  dice que «creyó a Jehová y le fue contada por justicia». Esto tuvo lugar antes de que Abraham hubiese obedecido a Dios con respecto a la circuncisión como señal del pacto.
  • Y segundo en Salmos 32:2 Aquí David pronuncia una bendición sobre «el varón a quien el Señor  no inculpa de pecado».

"Poner en la cuenta de alguien la justicia de otro, sin tener en cuenta ninguna cosa buena que esa persona haga, es ya suficientemente glorioso, pero no tenerle en cuenta a la persona sus pecados y actos de maldad es más glorioso aún" (Horton)

¿Cómo se produce la justificación en el creyente?
La Biblia aclara dos cosas:

  • En primer lugar, no se debe a ninguna buena obra de parte nuestra. Si fuera así «Cristo habría muerto para nada» si la justicia se produjera por la obediencia a la ley (Gálatas 2:21). Toda persona que trate de ser justa a base de obedecer la ley, cae bajo una maldición (Gálatas 3.10) «se ha desligado de Cristo» y «ha caído de la gracia».

Por lo tanto, todo el que crea que está más justificado después de haber servido al Señor, lo mismo si ha sido durante cinco años, como si ha sido durante cincuenta y cinco, o piense que las buenas obras ganan méritos ante Dios, no ha sido capaz de comprender esta enseñanza bíblica.

  • En segundo lugar, en el corazón mismo del evangelio se halla la verdad de que la justificación encuentra su fuente en la gracia inmerecida de Dios (Romanos 3: 24) y su provisión en la sangre derramada por Cristo en la cruz (Romanos 5:19), y lo recibimos por medio de la fe (Efesios 2:8).

Los beneficios de la Justificación
Algunos de los beneficios  que experimentamos por haber sido justificados por gracia por medio de la fe son:
       «Tenemos paz para con Dios» (Romanos 5:1)
       Estamos libres de condenación, tanto en el presente como en el futuro (Romanos 8:33-34)
       Somos «herederos conforme a la esperanza de la vida eterna» (Tito 3:7)

Joseph Prince, aconseja: «Cuando el acusador llegue a condenarte por todas tus faltas y te diga cosas como: “¿Cómo puedes llamarte cristiano?” o “Eres el hipócrita más grande del mundo”, ese será el momento de comenzar a verte libre de cualquier condenación».

Y yo declaro también que este es el momento de que comenzar  a verte justo no por lo que has hecho o no has hecho, sino por lo que Jesús ha hecho por ti en la cruz y porque su sangre te está limpiando continuamente. 

Jorge Arévalo
Sección: LA OBRA SALVADORA DE CRISTO
Catalogado en: Teología Sistemática 

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