jueves, 13 de junio de 2019

LA CIUDADANÍA

La declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del año 1789, une el concepto de ciudadanía con derechos y afirma que los derechos del hombre son “naturales, inalienables y sagrados”, además que todos los hombres “nacen libres e iguales”.

Para los romanos que es el tiempo en que el apóstol Pablo escribió, ser ciudadano implicaba el derecho de constituir una familia, de tener esclavos y liberarlos, contraer obligaciones como el de votar en los comicios para decidir sobre la guerra y la paz, designar magistrados como también ser elegido para ella.

En su mensaje a los creyentes de Éfeso Pablo va a comparar la ciudadanía de los del imperio con la ciudadanía del reino de Dios que él predicaba.

Efesios 2:19-22
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”
Para Pablo ser ciudadano y pertenecer al reino de Dios te concedía derechos y privilegios tal como los que ostentaban la ciudadanía romana pero inclusive mayor que ellas.


a) Posesión de una herencia
En el reino de Israel, solo a los ciudadanos se les daba el derecho a una herencia de tierra. Se los dio una herencia en la tierra prometida. En el Imperio Romano de igual modo los ciudadanos podían tener su parte en las tierras conquistadas. 
Pablo ora en Efesios 1:17-18 para que la iglesia descubra su herencia en el reino de Dios: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”
La iglesia de Jesucristo debía conocer su parte de herencia como ciudadanos del reino, y éstas implican una serie de bendiciones en esta tierra. Las promesas de Dios son que “Él supliría casa, comida y vestido” para los que buscan primeramente su reino de y su justicia.
“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, Mateo 6:33
El mensaje de Pablo acerca del reino de Dios es que un ciudadano de Jesucristo debe creer que tiene bendiciones, parafraseando diría que puede creer por su propia vivienda, creer por su propio salario, no de empleado sino de lo que podría producir por sus propias manos, riquezas que puede adquirir por ingresos de un negocio propio.

b) Pertenencia a la milicia  
Para Pablo ser ciudadano te concede el derecho de pertenecer al poderoso ejército de Jesucristo y de estar vestido con la armadura de Dios. 
Efesios 6:10-18 dice así: 
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”

En el antiguo testamento todos los ciudadanos aptos del reino tenían la obligación de servir en la milicia. Pablo exhorta a los cristianos a involucrarse en la guerra espiritual y experimentar triunfos. “Pelea la buena batalla de la fe”. 
Según este concepto, los cristianos deben pelear su batalla por la economía de su hogar,  por la salvación de sus hijos del presente siglo malo y por su prosperidad en general.  

c)  Poseedor del nombre de su emperador o auspiciador

Efesios 3:15 “de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra”
En el imperio romano el dar un nombre a una persona establecía una conexión con el reino. Era común que la persona que obtenía la ciudadanía llevara el nombre del que auspició esa ciudadanía o el nombre del mismo emperador. Tomar el nombre de otro era parte del proceso.
Los creyentes tomamos nombre de nuestro propio rey y Señor Jesucristo. En Efesios 6:20 Pablo habla de sí mismo como el embajador de Dios: “Por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar”. Todos los creyentes en Cristo, somos embajadores de Cristo, es decir, oficiales de su Reino y podemos usar su nombre para llevar el evangelio, poner las manos sobre los enfermos, echar fuera demonios y aún otras más.

d) Derecho a conquista
Expandirse, ensancharse, son los privilegios de la ciudadanía, porque a los ciudadanos del reino se nos ha dado dominio y autoridad.
Efesios 2:6 dice: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús...”
Ciudadanía implica dominio. Asociado a Israel y al imperio romano tenía que ver con expansión. Dios pide a sus ciudadanos que expandan el evangelio del reino, que conquisten.
Un hombre del reino se hace en su vida y ministerio un proyecto de crecimiento, de expansión. Los proyectos son de largo, mediano y corto plazo. Es decir, de 2, 5 años y hasta de 10 años. ¿En qué puedes proyectarse en ese tiempo? ¿Negocios? Estudios?, ¿Ministerio? Estás llamado a crecer en todas las áreas. 
En Síntesis, el Señor dio la ciudadanía a su pueblo: 
·         Para no vivir bajo ninguna forma de esclavitud.  
·         Para vivir en armonía el uno con el otro, compartiendo las bendiciones del reino. 
·         Para estar vestidos con la armadura de Dios. 
·         Para tomar parte en la herencia del reino. 
·         Para caminar con el espíritu de victoria, como un fiel representante de Dios
·         Para expandir la visión y el ministerio.

Jorge Arévalo
El mensaje de Pablo 
Ciudadanía Parte II

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