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Mostrando entradas de septiembre 8, 2024

Las creencias limitantes sobre el dinero Parte 2

"No soy bueno con el dinero." Esta creencia puede llevar a la negligencia financiera y a evitar tomar decisiones importantes relacionadas con el dinero. ¿Por qué esta frase puede ser tan limitante? Esta afirmación, aparentemente sencilla, encierra una serie de creencias subyacentes que pueden sabotear nuestra relación con el dinero y nuestra capacidad para alcanzar la prosperidad financiera. Al afirmar "no soy bueno con el dinero", estamos: Limitando nuestras posibilidades: Implícitamente, estamos diciendo que no tenemos la capacidad de aprender o mejorar en esta área. Creando una profecía autocumplida: Al creer que no somos buenos con el dinero, es más probable que tomemos decisiones financieras poco acertadas y que nos encontremos en situaciones económicas difíciles. Bloqueando la abundancia: Pensar que la abundancia no es para ti es como tapar una tubería. El dinero está ahí, pero no puede llegar hasta ti

Las creencias limitantes sobre el dinero Parte 1

  Las creencias limitantes sobre el dinero son ideas arraigadas en nuestro subconsciente que, a menudo, provienen de nuestra educación, experiencias pasadas o incluso de la sociedad. Estas creencias pueden ser tan poderosas que sabotean nuestros esfuerzos por alcanzar la prosperidad financiera. Ejemplos comunes de creencias limitantes sobre el dinero: "El dinero es la raíz de todos los males." Esta creencia asocia el dinero con la codicia, la corrupción y la infelicidad, lo que puede generar miedo y resistencia a buscarlo. El contexto bíblico y su significado real: En el contexto bíblico, la frase se refiere al amor al dinero o a la codicia, no al dinero en sí. La Biblia advierte que el anhelo excesivo por las riquezas puede llevar a personas a apartarse de Dios, a cometer actos inmorales y a experimentar sufrimiento. En otras palabras, el problema no es el dinero, sino el apego excesivo a él y la búsqueda desenfrenada de más. Interpretaciones comunes y sus limitaciones E

El demonio emplumado

  La selva peruana esconde muchos misterios. En una de las misiones de mi iglesia, cuando era muy joven, me encontré cara a cara con uno de ellos. La selva amazónica, con su exuberante manto verde y sus sonidos ancestrales, era mi refugio. Sus árboles, que se erguían como gigantescos guardianes, y sus lianas que se entrelazaban formando intrincadas redes, me llenaban de asombro. Una noche, mientras surcábamos las aguas turbulentas del Marañón, una tormenta eléctrica descargó toda su furia sobre nosotros, obligándonos a buscar cobijo en un pequeño caserío perdido en la inmensidad de la selva. El manto estrellado que antes había iluminado la noche se había desvanecido por completo, sumiéndonos en una oscuridad impenetrable. La humedad se filtraba por las grietas de la choza, empapando mis huesos y alimentando un creciente sentimiento de desasosiego. Acurrucado en un rincón, los sonidos de la selva me rodeaban como una maraña de serpientes invisibles, susurrando secretos oscuros que m