martes, 3 de marzo de 2020

CÓMO MANTENER LA PAZ



5 ingredientes prácticos para vivir una vida feliz 
Según Salmos 34: 12-14 del rey David

S
i quieren gozar de la vida y vivir una vida feliz, dejen de hablar mal de otros y de andar diciendo mentiras; aléjense del mal y hagan lo bueno, y procuren vivir siempre en paz, (Salmos 34:12-14, TLA).
La receta para una vida feliz contiene cinco ingredientes según el autor de este Salmo, el rey David. Veámoslo:

No hablar mal de otros (vs 13ª)
Este consejo no es tan fácil de aplicarlo en la vida, en vista de la tendencia propia del ser humano de ponerse por encima del prójimo, de mostrarse superior al otro a costa de hablar mal de la persona.
Jesús dijo en Lucas 6:37: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Lo que Jesús condenó aquí en este versículo, es una condenación que no perdona: un espíritu hipercrítico, farisaico y vengativo que busca continuamente descubrir las faltas de los demás al tiempo que pasa por alto los pecados propios. La advertencia de Jesús contra este tipo de juicio hace hincapié en que cualquier medida que usemos para juzgar a otras personas será usada contra nosotros. Él dijo: "Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir", Lucas 6:38.

No decir mentiras de nadie (vs 13b) 
Este hecho de decir mentiras de su prójimo es muy reprobable en la sociedad misma, hasta tiene penalización. No se puede fácilmente atentar contra la honra de alguien sólo porque que no le cae, o tiene algo que le apetece o por cualquier otra razón. La Biblia condena duramente este acto malévolo, codicioso, vengativo hacia el semejante.

Alejarse del mal (vs 14ª)
Si se quiere gozar de la vida y ser feliz uno debe alejarse de todo mal. Nadie está libre de cometer errores, esto es cierto. La idea de este Salmo es alejar el pie del barro, limpiarse los zapatos y enrumbar la senda. Esto se conoce como arrepentimiento en la Biblia. Un cambio de mente. Decidir vivir de manera honesta e íntegra traerá su buena recompensa.
¿Qué es lo malo que te está afectando?  Aléjate pronto de ese mal antes que te quedes perdido en un camino sin retorno.

Hacer lo bueno (vs 14b)
Hay mucho más por hacer de lo bueno que lo malo en este mundo. Como seres creados a imagen y semejanza de Dios tenemos una capacidad innata para ser creativos. Bien, usemos nuestro raciocinio para proyectar un trabajo de bien con que podemos contribuir a la salvación de nuestro prójimo.

Procurar vivir siempre en paz (vs 15c)
Es lo ideal de Dios para sus hijos. Una de las bienaventuranzas que Jesús enseñó es la de ser “pacificadores”. En un mundo de tanto conflicto y violencia, esto de ser pacificadores es como ser bomberos que apagan incendio.  Una familia para ser fuerte necesita un líder cabeza de hogar que establezca la paz, igual un pueblo o nación necesita un líder que tiene una ideología de paz para que respete los derechos básicos del ser humano que es la vida, la libertad y la propiedad.
Para gozar de la vida y vivir una vida feliz el rey David nos aconseja procurar siempre la paz. Esto implica también estar libres de deudas y evitar cualquier tipo de opresiones en este mundo.

Jorge Arévalo

domingo, 1 de marzo de 2020

NO OLVIDAR LA MISERICORDIA



“B
ienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).
 
La misericordia es otra de las vías para alcanzar la felicidad.

Jesús afirmó que los felices de este mundo son los que en la práctica hacen misericordia con su prójimo, perdonan, ayudan, liberan, sanan y se compadecen. Son esta clase de personas los que logran alcanzar la misericordia divina y por ende la experiencia de la felicidad.

Un hombre o una mujer que vive en misericordia no será condenado según la enseñanza bíblica, puede estar seguro que la misericordia le acompañará todos los días de su vida.

El hombre recibe según lo que da,  cosecha según lo que siembra.

Si algún día alguien que hizo misericordia a sus semejantes tiene que sentarse en el banquillo de los acusados, la ley de la reciprocidad obrará a su favor y será liberado, pues el misericordioso podrá disfrutar de la experiencia del perdón por cuanto él también perdonó, gozará de esta manera del favor de Dios y de los hombres.

El rey David en el Salmos 23:6 dijo: 
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

David era un hombre de misericordia. Cuántas veces perdonó la vida del rey Saúl que lo buscaba para matarlo. Perdonó también a Nabal cuando éste merecía la muerte por su insensatez hacia él. 
Dios habló de David que era un hombre conforme a su corazón. Creo que la razón de esto es porque su corazón era misericordioso como la de Él.

La misericordia triunfa sobre todo juicio. Santiago el apóstol nos dice en su carta:

“porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”, Santiago 2:13.

Del mismo modo en el libro de Lamentaciones 3: 22-23 del Antiguo Testamento dice:

“Por la misericordia de Jehová no hemos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”.

El hombre que está sufriendo de una grave enfermedad lo que anhela en lo profundo de su ser es poder ser alcanzado por la misericordia para no ser consumido por su mal.

Llega un momento en la vida en que la misericordia se valora más que el dinero, o las posesiones.

El hombre en su estado agobiante llega a tomar conciencia que lo único que puede salvar su vida y su alma y perdonar sus pecados es la misericordia.

Esta promesa del libro de Lamentaciones asegura que la misericordia del Dios eterno nunca se agota, es algo que se renueva cada mañana como el sol que desde temprano sale y nos bendice con su luz y calor.

La metáfora de la vasija

Un día un maestro estaba buscando una vasija para usar y en el estante había muchas ¿Cuál escogería?

Llévame, gritó la dorada. “Soy brillante, tengo un gran valor y todo lo que hago, lo hago bien; mi belleza y mi brillo sobrepasa al resto y para alguien como tú, Maestro, el oro sería lo mejor”.

El maestro pasó sin pronunciar palabra; él vio una plateada, angosta y alta; “Yo te sirvo amado Maestro, vertería tu vino y estaría en tu mesa cada vez que comieras; mis líneas son agraciadas y mis esculturas son originales, y la plata te alabaría para siempre”.

Sin prestar atención el Maestro caminó hacia la de bronce, era superficial, con una boca ancha y brillaba como un espejo: “Aquí... Aquí” grito la vasija. “Sé que te seré útil, colócame en tu mesa donde todos me vean”.

“Mírame” gritó una copa de cristal muy limpia. “Mi transparencia muestra mi contenido claramente, soy frágil y te serviré con orgullo y se con seguridad que seré feliz de morar en tu casa”.

Vino el maestro seguidamente hacia la vasija de madera, sólidamente pulida y tallada: “Me puedes usar Maestro amado, pero úsame para las frutas dulces y no para el insípido pan”.

Luego el Maestro miró hacia abajo y fijó sus ojos en una vasija de barro, vacía, quebrantada y destruida, ninguna esperanza tenía la vasija de que el Maestro la pudiera escoger para depurarla y volverla a formar, para llenarla y usarla.

“Ah, esta es la vasija que he deseado encontrar, la restauraré y la usaré, la haré toda mía”. “No necesito la vasija que se enorgullezca de sí misma, ni la que se luzca en el estante, ni la de boca ancha, ruidosa y superficial, ni la que demuestre su contenido con orgullo, ni la que piensa que todo lo puede hacer correctamente, pero si esta sencilla llena de mi fuerza y de mi poder”.

Cuidadosamente el Maestro levantó la vasija de barro; la restauró y purificó y la llenó en ese día, le habló tiernamente diciéndole: “Tienes mucho que hacer, solamente viértete en otros como yo me he vertido en ti”.

Nosotros somos para el Maestro esa vasija de barro, a quién le llenó de su misericordia y la restauró para que de igual modo hagamos lo mismo a otros.

La misericordia hace posible que podamos amar a nuestros semejantes, amigos y  enemigos así como bendecir y orar por aquellos que puedan maldecirnos.

La misericordia es el camino a la felicidad.  

Jorge Arévalo

ALINEA TU CONFESIÒN A LA PALABRA DE DIOS

  Descubrí claramente el poder de la palabra cuando el texto bíblico de Hebreos 4: 12 llamó mi atención acerca de sus efectos. Literalmente ...