Estando en los pueblos de la Amazonía uno puede observar a los comuneros sacar diariamente de sus chacras productos de su cultivo como la toronja, papaya, ají dulce, culantro y otros, productos que cosechan en mínimas cantidades porque su siembra lo es igual. Dos o tres bandejas pequeñas son traídas cada día al mercado y puestas a la venta. Al final de la jornada regresan a sus aldeas con el dinero ganado que no pasan de un promedio de 10 a 20 soles. Jornal que puedo imaginarme los deja complacidos. Y esa misma rutina es la de todos los días. Calculo que a fin de mes sus ingresos por la venta de sus productos no suman ni un sueldo mínimo vital de 900 soles, pero tal parece que viven tranquilos o resignados a esta realidad y al parecer no tienen ningún estímulo para transformarlo. El problema es con los niños, una vez más como las anteriores generaciones no alcanzarán a tener un buen futuro sobre todo por no haber contado con una mejor educación y mejores condiciones de vida. Como