domingo, 12 de abril de 2020

EL VIVE


El texto de Romanos 10: 9-10 declara: 
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”

Para ser salvo se requiere dar dos pasos:
Primero, confesar a Jesús como el Señor de tu vida
y Segundo creer en el corazón que Dios le levantó de los muertos, es decir, que Cristo ha resucitado, que está vivo.

En 1 Corintios 15: 3-8, al apóstol Pablo da a conocer lo que son las buenas nuevas del evangelio: 
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”

La resurrección de Cristo es un hecho trascendental en la historia, es la esperanza de una mejor vida, es la esperanza de la vida eterna. Asimismo es la esperanza de victoria de cualquier adversidad o enemigo de nuestra alma, esto incluye la muerte.
1 Corintios 15: 55 declara: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
Ya no existe. Con su resurrección Jesús le ha quitado poder a la muerte.

En Hebreos 2: 14 sentencia: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.

Es decir, la muerte y el propio diablo han sufrido una derrota catastrófica con la resurrección de Cristo.

Efesios 1 declara que ese mismo poder de resurrección que operó en Cristo ahora ha sometido todas las cosas bajo sus pies, refiriéndose al cuerpo de Cristo que es la iglesia, a quién se le ha dado autoridad para estar por encima de todo poder del enemigo y de todo poder de temor.  


En la resurrección de Cristo hubo muchos testigos:

En Mateo 28:2-4 se menciona a los guardias que cuidaban la tumba y quienes vieron la piedra removida

En Marcos 16: 1-8 Se ve a María Magdalena (de la que había expulsado siete demonios), María la madre de Jacobo y Salomé quienes al visitar la tumba el día domingo la encontraría vacía.  

En 1 Corintios 15: 3-8 Se menciona que el Cristo resucitado se apareció a Pedro y después a los  doce apóstoles. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, después apareció a Jacobo y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí, dice Pablo.

En Marcos 16: 12 se menciona a los dos discípulos que iban camino a Emaús y quienes sintieron que se les ardía el alma cuando el forastero que iba con ellos y que era Jesús y no lo sabían les explicaba la Palabra profética.
Y así a través de más de veinte siglos de historia miles de millones alrededor del mundo pueden dar fe de un Cristo Vivo que transforma vidas y hace milagros.
“El es mismo ayer, hoy y por los siglos”

Mi persona
También yo quiero dar fe de un Cristo vivo,  he experimentado el poder de su presencia el día que le acepté como mi Salvador y a través de todos estos años.  
Conforme a Su Palabra Cristo está presente con los que creen en él todos los días hasta el fin del mundo.

Si tú creyeres en tu corazón que Dios le ha levantado de los muertos serás salvo, es su promesa.

No importa en que situación te encuentres, o que sientas que has caído a un hoyo profundo que piensas que no saldrás nunca, Cristo tiene el poder de romper tus cadenas y darte la libertad que necesitas. El te ama.

Su palabra dice en Juan 3: 16:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.

Entrégale tu vida hoy y recibe de su vida abundante.

Mis bendiciones a ti.

Jorge Arévalo

MÁS QUE UN MAESTRO



Texto: Juan 19:38-39
“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”

Unas horas luego de la crucifixión y muerte de Jesús, el texto afirma que José de Arimatea que era un discípulo de Jesús, un discípulo secreto pero que al fin estaba dando la cara ante la ausencia de sus futuros apóstoles, fue a solicitar a Pilato que le permitiese llevar el cuerpo de Jesús para ser sepultado a lo que el gobernador aceptó no sin antes asegurarse que efectivamente Jesús estaba muerto.
Pero el texto dice que José de Arimatea no estaba sólo también estaba con él Nicodemo, uno de los principales fariseos, que era otro de los discípulos secretos de Jesús,  que hacía un tiempo atrás lo había visitado de noche y a quién el Maestro le habló sobre el nuevo nacimiento.

Discípulos secretos que ahora se confiesan
Como se puede ver ahora salen valientemente los discípulos secretos a costa de poner en riesgo su vida, su prestigio y liderazgo en la comunidad judía. Pero ya nada importaba a discípulos como José y Nicodemo, ellos estaban convencidos que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios.
Mateo 10:32-33 dice:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”
Y Romanos 10: 9-11:
“ que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”
No hay discípulo secreto que no salga a la luz si desea conocer la salvación de Cristo. Es importante la confesión pública. Para aquellos valientes dice la promesa: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”

Es ahora que debes tomar la decisión de seguir a Cristo públicamente. El Señor está hablando a tu corazón y llamándote. Entrégale tu vida ahora.
Yo lo hice hace muchos años. Dios me estaba llamando y cuando escuché la Palabra de Hechos 16: 31 “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”, entonces decidí entregarle mi corazón y seguirle en mi vida.
Ahora te llama a ti.

La visita de Nicodemo
Nicodemo es el líder religioso de los judíos que un tiempo atrás vino de noche a visitar a Jesús y cuyo encuentro se narra en el libro de Juan capítulo 3:
Juan 3: 1ss  “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”.

Jesús más que maestro
Noten que le dice: “Sabemos que has venido de Dios como maestro…”
Por la historia sabemos que antes y después de Cristo habían aparecido otros maestros de quienes se dijo lo mismo que habían venido de Dios y que se les atribuía rasgos igualmente mesiánicos sea por su sabiduría o por su ética filosófica, pero ninguno fue como Jesús. Entre estos maestros los judíos consideraban a Moisés, más tarde los musulmanes a Mahoma, los orientales a Buda, y así otros más. Pero ¿en qué era diferente Cristo?
Nicodemo lo declaró: “Has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está Dios con él”.
Nadie más o ningún otro como Jesús que puede hacer estas señales…

Las señales de Jesús
Las señales que Jesús hizo en la tierra nadie más lo hizo. Puedo imaginarme a Nicodemo el respeto y la admiración que sentía al estar en la presencia de Jesús, pues estaba ante aquel de quién se decía:

Los vientos y el mar le obedecen
¿Quién es este que aún los vientos y el mar le obedecen?, ¿Recuerdan la historia?
Marcos 4: 36-41:
 “Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”
Esta es una señal poderosa de la divinidad de Jesús. Sólo él tiene el poder de detener la tempestad y la tormenta de la vida. No tema tu corazón ante ninguna circunstancia, cree en Jesús, él Vive y él es el mismo ayer, hoy y por los siglos, su poder no ha menguado para salvar. Esta hora él le dice a tu tribulación cualquiera que fuere: “Calla, enmudece”.
Nicodemo había escuchado del milagro de la tempestad que había sido detenida.  El conocía asimismo la historia del leproso que había sido curado. (Sólo estoy dando a conocer algunos de las primeras señales que hizo Jesús).

El leproso sanado
Mateo 8: 1-3
“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”

Jesús hizo lo imposible. La lepra era una enfermedad incurable en su tiempo, como el sida de hoy o el coronavirus que la ciencia aún está trabajando por encontrar la vacuna correcta.  

El leproso vino a Jesús y le dijo: “Señor, si quieres…”
Siempre estamos preguntándonos si es la voluntad de Dios el sanarnos. Algunos ante una enfermedad grave dicen: “déjalo, es la voluntad de Dios esta enfermedad en su cuerpo, el Señor quiere enseñarle algo”. Se declara que la enfermedad ha venido de Dios y por otro lado están con los tratamientos médicos. Suena contradictorio, pues si se asume que Dios quiere que esté enfermo entonces porqué luchar contra la voluntad de Dios acudiendo a los médicos.
El leproso le dijo: Señor, si quieres puedes limpiarme. El texto continúa con la respuesta de Jesús: “Quiero… “
Sí, es la voluntad de Dios el que seas sano. Jesús te dice: “Hijo, yo quiero tu sanidad, yo amo tu paz”. Quiero y sé limpio, sé sano”.
Esta fue la respuesta de Jesús al leproso: “Quiero, sé sano”.

Mateo 8: 16- 17 dice:
“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Quiero que ahí donde estés pongas tu mano en el lugar donde está el dolor, la enfermedad. En el nombre de Jesús te declaro sano”.

La mujer con flujo de sangre
Uno de las señales que más me impactan es de la mujer de flujo de sangre que fue sanada.
Lucas 8: 43-48
“Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”.

Esta señal fue posible gracias a la fe de esta mujer. El texto dice que ella decía: “Si tan sólo tocare el borde de su manto seré sano”. Y sacando fuerzas de su debilidad logró tocar el borde del manto de Jesús y al instante sanó. La mujer sintió el poder de Cristo en su vida y recibió su sanidad.
Pero esto no debería quedar en secreto, todo milagro, todo agradecimiento y toda alabanza debe ser expresada en público, Jesús preguntó: ¿Quién ha tocado mis vestidos?. “Señor”, dijeron los discípulos, “todo el mundo te está tocando”. “Yo sentí que poder salió de mí”, les dijo Jesús. Él quería que la mujer diera testimonio público de su sanación.

Todos estos milagros, señales y prodigios que hizo Jesús los tenía presente Nicodemo a la hora de visitarlo. Y ahora estaba frente a Jesús, ante la presencia de Aquel a quién obedecen los vientos y la tempestad, la muerte y la enfermedad, los espíritus inmundos, el que convierte el agua en vino, el que multiplica los panes y peces, el que da vista a los ciegos, el que hace caminar a los cojos, y mucho más, Nicodemo estaba en la presencia de Aquel que hizo los cielos y la tierra, Jesús el Verbo de Dios y que había de vencer la muerte resucitando al tercer día. Nicodemo lo reconoció, le dijo: “Maestro, nadie puede hacer las señales que tú haces”. Nicodemo había venido ante Aquel que es más que un Maestro de la historia.

El nuevo nacimiento
Juan 3: 3-6
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es”
Nicodemo fue sorprendido por las palabras de Jesús, quién le confrontó con aceptar la nueva vida que él ofrecía.
“Nicodemo, tienes que nacer de nuevo, para que me conozcas personalmente, ya no por el testimonio de otros, ya no por oír mis historias, sino que tengas tú mismo la experiencia”, parafraseando las palabras de Jesús.

Es lo que Jesús desea igualmente de ti. Que lo conozcas, no sólo por estudios o por historia o por testimonio de otros, sino que tú mismo debes experimentarlo.
Cuando lo experimentes, cuando lo aceptes, te convertirás como Nicodemo en un valiente testigo de su nombre.

Saulo de Tarso
Hubo otro hombre de nombre Saulo, que más tarde llegó a ser el apóstol Pablo. El Señor le dio la experiencia del nuevo nacimiento cuando camino a Damasco se le manifestó. La vida de Pablo fue transformada, de un perseguidor de la iglesia vino a ser en el más grande defensor de la fe.
El Señor es especialista en convertir vidas, no hay alcohólico, drogadicto, ladrón, asesino, violador, lo que sea que no pueda ser transformado por su poder.

Mi testimonio:
Hace un poco más de 30 años tuve una experiencia similar con Cristo. El llegó a mi vida, tuve un nuevo nacimiento espiritual, fui liberado de mis cadenas del desánimo, del resentimiento y de la maldad.
Lucas 1: 37 dice:
“Porque nada hay imposible para Dios”

Oración
Allí donde estés puedes aceptarle en tu corazón,  puedes reconocerle como tu Salvador.
Haz esta oración:
“Señor Jesús, te acepto en mi vida, reconozco que eres mi Salvador que vino y dio su vida en la cruz por mí. Hoy te recibo creyendo en mi corazón que eres el Hijo de Dios y que te has levantado de los muertos, estás vivo hoy y declaro con mi boca que vienes a ser mi Señor ahora y siempre”

Jorge Arévalo

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