Texto: Juan 19:38-39
“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de
Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le
permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino,
y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a
Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien
libras”
Unas horas luego de la crucifixión y muerte de Jesús, el
texto afirma que José de Arimatea que era un discípulo de Jesús, un discípulo
secreto pero que al fin estaba dando la cara ante la ausencia de sus futuros
apóstoles, fue a solicitar a Pilato que le permitiese llevar el cuerpo de Jesús
para ser sepultado a lo que el gobernador aceptó no sin antes asegurarse que
efectivamente Jesús estaba muerto.
Pero el texto dice que José de Arimatea no estaba sólo
también estaba con él Nicodemo, uno de los principales fariseos, que era otro
de los discípulos secretos de Jesús, que
hacía un tiempo atrás lo había visitado de noche y a quién el Maestro le habló sobre
el nuevo nacimiento.
Discípulos
secretos que ahora se confiesan
Como se puede ver ahora salen valientemente los discípulos
secretos a costa de poner en riesgo su vida, su prestigio y liderazgo en la
comunidad judía. Pero ya nada importaba a discípulos como José y Nicodemo,
ellos estaban convencidos que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios.
Mateo 10:32-33 dice:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera
que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre
que está en los cielos”
Y Romanos 10: 9-11:
“ que si confesares con tu
boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él
creyere, no será avergonzado”
No hay discípulo secreto que no salga a la luz si desea conocer la
salvación de Cristo. Es importante la confesión pública. Para aquellos
valientes dice la promesa: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”
Es ahora que debes tomar la decisión de seguir a Cristo
públicamente. El Señor está hablando a tu corazón y llamándote. Entrégale tu
vida ahora.
Yo lo hice hace muchos años. Dios me estaba llamando y cuando
escuché la Palabra de Hechos 16: 31 “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo
tú y tu casa”, entonces decidí entregarle mi corazón y seguirle en mi vida.
Ahora te llama a ti.
La visita de Nicodemo
Nicodemo es el líder religioso de los judíos que un tiempo atrás
vino de noche a visitar a Jesús y cuyo encuentro se narra en el libro de Juan capítulo
3:
Juan 3: 1ss
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal
entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has
venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú
haces, si no está Dios con él”.
Jesús más que
maestro
Noten que le dice: “Sabemos que has venido de
Dios como maestro…”
Por la historia sabemos que antes y después de
Cristo habían aparecido otros maestros de quienes se dijo lo mismo que habían
venido de Dios y que se les atribuía rasgos igualmente mesiánicos sea por su
sabiduría o por su ética filosófica, pero ninguno fue como Jesús. Entre estos
maestros los judíos consideraban a Moisés, más tarde los musulmanes a Mahoma,
los orientales a Buda, y así otros más. Pero ¿en qué era diferente Cristo?
Nicodemo lo declaró: “Has venido de Dios como
maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está Dios
con él”.
Nadie más o ningún otro como Jesús que puede
hacer estas señales…
Las señales de
Jesús
Las señales que Jesús hizo en la tierra nadie
más lo hizo. Puedo imaginarme a Nicodemo el respeto y la admiración que sentía al
estar en la presencia de Jesús, pues estaba ante aquel de quién se decía:
Los vientos y
el mar le obedecen
¿Quién es este que aún los vientos y el mar le
obedecen?, ¿Recuerdan la historia?
Marcos 4: 36-41:
“Y despidiendo a la multitud,
le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero
se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y
le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo
al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les
dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron
con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y
el mar le obedecen?”
Esta es una señal poderosa de la divinidad de Jesús. Sólo él tiene
el poder de detener la tempestad y la tormenta de la vida. No tema tu corazón
ante ninguna circunstancia, cree en Jesús, él Vive y él es el mismo ayer, hoy y
por los siglos, su poder no ha menguado para salvar. Esta hora él le dice a tu tribulación
cualquiera que fuere: “Calla, enmudece”.
Nicodemo había escuchado del milagro de la tempestad que había
sido detenida. El conocía asimismo la
historia del leproso que había sido curado. (Sólo estoy dando a conocer algunos
de las primeras señales que hizo Jesús).
El leproso sanado
Mateo 8: 1-3
“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía
mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si
quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero;
sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”
Jesús hizo lo imposible. La lepra era una
enfermedad incurable en su tiempo, como el sida de hoy o el coronavirus que la ciencia
aún está trabajando por encontrar la vacuna correcta.
El leproso vino a Jesús y le dijo: “Señor, si
quieres…”
Siempre estamos preguntándonos si es la
voluntad de Dios el sanarnos. Algunos ante una enfermedad grave dicen: “déjalo,
es la voluntad de Dios esta enfermedad en su cuerpo, el Señor quiere enseñarle
algo”. Se declara que la enfermedad ha venido de Dios y por otro lado están con
los tratamientos médicos. Suena contradictorio, pues si se asume que Dios
quiere que esté enfermo entonces porqué luchar contra la voluntad de Dios
acudiendo a los médicos.
El leproso le dijo: Señor, si quieres puedes
limpiarme. El texto continúa con la respuesta de Jesús: “Quiero… “
Sí, es la voluntad de Dios el que seas sano.
Jesús te dice: “Hijo, yo quiero tu sanidad, yo amo tu paz”. Quiero y sé limpio,
sé sano”.
Esta fue la respuesta de Jesús al leproso:
“Quiero, sé sano”.
Mateo 8: 16- 17 dice:
“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con
la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias.”
Quiero que ahí donde estés pongas tu mano en el lugar donde está
el dolor, la enfermedad. En el nombre de Jesús te declaro sano”.
La mujer con flujo de sangre
Uno de las señales que más me impactan es de la mujer de flujo de
sangre que fue sanada.
Lucas
8: 43-48
“Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce
años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había
podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al
instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que
me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la
multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero
Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de
mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando,
y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le
había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe
te ha salvado; ve en paz”.
Esta señal fue posible gracias a la fe de esta mujer. El texto
dice que ella decía: “Si tan sólo tocare el borde de su manto seré sano”. Y
sacando fuerzas de su debilidad logró tocar el borde del manto de Jesús y al
instante sanó. La mujer sintió el poder de Cristo en su vida y recibió su
sanidad.
Pero esto no debería quedar en secreto, todo milagro, todo
agradecimiento y toda alabanza debe ser expresada en público, Jesús preguntó:
¿Quién ha tocado mis vestidos?. “Señor”, dijeron los discípulos, “todo el mundo
te está tocando”. “Yo sentí que poder salió de mí”, les dijo Jesús. Él quería
que la mujer diera testimonio público de su sanación.
Todos estos milagros, señales y prodigios que hizo Jesús los tenía
presente Nicodemo a la hora de visitarlo. Y ahora estaba frente a Jesús, ante
la presencia de Aquel a quién obedecen los vientos y la tempestad, la muerte y
la enfermedad, los espíritus inmundos, el que convierte el agua en vino, el que
multiplica los panes y peces, el que da vista a los ciegos, el que hace caminar
a los cojos, y mucho más, Nicodemo estaba en la presencia de Aquel que hizo los
cielos y la tierra, Jesús el Verbo de Dios y que había de vencer la muerte
resucitando al tercer día. Nicodemo lo reconoció, le dijo: “Maestro, nadie
puede hacer las señales que tú haces”. Nicodemo había venido ante Aquel que es
más que un Maestro de la historia.
El nuevo nacimiento
Juan 3: 3-6
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo
puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el
vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es”
Nicodemo fue sorprendido por las palabras de Jesús, quién le
confrontó con aceptar la nueva vida que él ofrecía.
“Nicodemo, tienes que nacer de nuevo, para que me conozcas
personalmente, ya no por el testimonio de otros, ya no por oír mis historias,
sino que tengas tú mismo la experiencia”, parafraseando las palabras de Jesús.
Es lo que Jesús desea igualmente de ti. Que lo conozcas, no sólo
por estudios o por historia o por testimonio de otros, sino que tú mismo debes
experimentarlo.
Cuando lo experimentes, cuando lo aceptes, te convertirás como
Nicodemo en un valiente testigo de su nombre.
Saulo de Tarso
Hubo otro hombre de nombre Saulo, que más tarde llegó a ser el apóstol
Pablo. El Señor le dio la experiencia del nuevo nacimiento cuando camino a
Damasco se le manifestó. La vida de Pablo fue transformada, de un perseguidor
de la iglesia vino a ser en el más grande defensor de la fe.
El Señor es especialista en convertir vidas, no hay alcohólico, drogadicto,
ladrón, asesino, violador, lo que sea que no pueda ser transformado por su
poder.
Mi testimonio:
Hace un poco más de 30 años tuve una experiencia similar con
Cristo. El llegó a mi vida, tuve un nuevo nacimiento espiritual, fui liberado
de mis cadenas del desánimo, del resentimiento y de la maldad.
Lucas 1: 37 dice:
“Porque nada hay imposible para Dios”
Oración
Allí donde estés puedes aceptarle en tu corazón, puedes reconocerle como tu Salvador.
Haz esta oración:
“Señor Jesús, te acepto en mi vida, reconozco que eres mi Salvador
que vino y dio su vida en la cruz por mí. Hoy te recibo creyendo en mi corazón
que eres el Hijo de Dios y que te has levantado de los muertos, estás vivo hoy
y declaro con mi boca que vienes a ser mi Señor ahora y siempre”
Jorge Arévalo
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