El texto de Romanos 10: 9-10
declara:
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón
se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”
Para ser salvo se requiere dar dos
pasos:
Primero, confesar a Jesús como el Señor
de tu vida
y Segundo creer en el corazón que Dios
le levantó de los muertos, es decir, que Cristo ha resucitado, que está vivo.
En 1 Corintios 15: 3-8, al apóstol
Pablo da a conocer lo que son las buenas nuevas del evangelio:
“Porque primeramente os he enseñado
lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a
más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya
duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de
todos, como a un abortivo, me apareció a mí”
La resurrección de Cristo es un hecho trascendental
en la historia, es la esperanza de una mejor vida, es la esperanza de la vida
eterna. Asimismo es la esperanza de victoria de cualquier adversidad o enemigo
de nuestra alma, esto incluye la muerte.
1 Corintios 15: 55 declara: “¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
Ya no existe. Con su resurrección Jesús
le ha quitado poder a la muerte.
En Hebreos 2: 14 sentencia: “Así que,
por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo”.
Es decir, la muerte y el propio diablo han sufrido
una derrota catastrófica con la resurrección de Cristo.
Efesios 1 declara que ese mismo poder de
resurrección que operó en Cristo ahora ha sometido todas las cosas bajo sus
pies, refiriéndose al cuerpo de Cristo que es la iglesia, a quién se le ha dado
autoridad para estar por encima de todo poder del enemigo y de todo poder de
temor.
En la resurrección de Cristo hubo muchos testigos:
En Mateo 28:2-4 se menciona a los guardias que cuidaban la tumba y quienes vieron la piedra removida
En Marcos 16: 1-8 Se ve a María Magdalena
(de la que había expulsado siete demonios), María la madre de Jacobo y Salomé
quienes al visitar la tumba el día domingo la encontraría vacía.
En 1 Corintios 15: 3-8 Se menciona que el Cristo resucitado se apareció
a Pedro y después a los doce apóstoles. Después
apareció a más de quinientos hermanos a la vez, después apareció a Jacobo y al
último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí, dice Pablo.
En Marcos 16: 12 se menciona a los
dos discípulos que iban camino a Emaús y quienes sintieron que se les ardía el
alma cuando el forastero que iba con ellos y que era Jesús y no lo sabían les
explicaba la Palabra profética.
Y así a través de más de veinte
siglos de historia miles de millones alrededor del mundo pueden dar fe de un
Cristo Vivo que transforma vidas y hace milagros.
“El es mismo ayer, hoy y por los
siglos”
Mi persona
También yo quiero dar fe de un Cristo
vivo, he experimentado el poder de su
presencia el día que le acepté como mi Salvador y a través de todos estos años.
Conforme a Su Palabra Cristo está
presente con los que creen en él todos los días hasta el fin del mundo.
Si tú creyeres en tu
corazón que Dios le ha levantado de los muertos serás salvo, es su promesa.
No importa en que situación te encuentres, o que sientas que has caído a un hoyo profundo que piensas que no saldrás nunca, Cristo tiene el poder de romper tus cadenas y darte la libertad que necesitas. El te ama.
Su palabra dice en Juan 3: 16:
“Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Entrégale tu vida hoy y recibe de su vida abundante.
Mis bendiciones a ti.
Jorge Arévalo
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