El Detective Derecho, con su característico sombrero de ala ancha y su lupa siempre a la mano, se encontraba frente a un nuevo caso que desafiaba su agudo sentido de la justicia. La ciudad de Lexópolis, usualmente tranquila y ordenada, se veía empañada por un escándalo de corrupción en el mismísimo Congreso. Se rumoreaba que varios congresistas estaban involucrados en la contratación de "trabajadores fantasmas", personas que cobraban un sueldo sin realmente trabajar. "Esto es un atentado contra la ley y la confianza de los ciudadanos", pensó el Detective Derecho, ajustándose las gafas con determinación. Su ayudante, el joven Justo, lo miraba con admiración. La investigación comenzó en los archivos del Congreso, donde montañas de expedientes con nombres y firmas se apilaban en los escritorios. Justo, con su habilidad para los números, notó algo extraño: "Detective, algunos de estos salarios van a cuentas bancarias con nombres repetidos o direcciones inexiste