Al concluir este año podemos
dar gracias a Dios por su cuidado y su amor para velar por nuestras vidas y
familias. Su provisión nunca ha faltado y su gracia ha rebosado por sobre todos
nuestros errores. Hubo desaciertos pero también muy buenas determinaciones. De
ambas cosas estamos expuestos constantemente. De las dos se aprende.
Queda estar agradecidos de lo
vivido, pero aceptamos igual el desafío que nos presenta este nuevo año. Seguir
creciendo es la meta. Las generaciones luego de nosotros deben ver el ímpetu,
carácter y el espíritu de progreso que nos impulsa hacia adelante en la vida,
muchas veces teniendo que abrir trocha o caminando por senderos no explorados. El año que se presenta repito es para seguir creciendo, fijarse metas, establecer prioridades de lo que tenemos que hacer. Un plan de vida es mejor a una mente vacía y un espíritu sin norte. Confiemos en el Dios que guía, en el Soberano que confirma nuestros pasos y no sucumbamos a la preocupación innecesaria porque el de arriba aún gobierna.
Continuemos avanzando, añadiendo sabiduría a nuestras mentes, viviendo en constante expectativa de las cosas buenas que nos puedan suceder. Con disciplina construyamos el futuro, con diligencia hagamos nuestra propia historia, derrotemos la pereza, acabemos con la mediocridad y sometamos al miedo. El Eterno está con nosotros.
El año que viene será de esplendor, la fe nos ayudará a sobreponernos a toda adversidad, conquistaremos, esta vez sí palparemos nuestra victoria. El engaño del no podemos será expuesta, la verdad de que somos llevados de triunfo en triunfo como por la mano invisible será por todos comprobada. 2020 es el año de tu expansión.
Jorge Arévalo
Comentarios
Publicar un comentario