1. Si es una promesa
condicional.
Si es condicional se cumplirá sólo si obedecemos con la condición. No podemos esperar un resultado sino obedecemos su mandato.
Ejemplo:
Efesios
6: 1-2
“Honra
a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te
vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”
La promesa de que nos irá bien
y que tendremos una vida larga sobre la tierra tiene un condicionante: “Honrar
a papá y mamá”, de lo contrario no podemos esperar las bendiciones de este
texto. Hebreos 13: 5
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”.
En este versículo Dios promete su cuidado y provisión pero siempre y cuando abandonemos la avaricia y tengamos una actitud de contentamiento.
2.
Si debemos reclamarla
En la Biblia encontramos promesas que debemos reclamarla, es decir, pedirle a Dios su cumplimiento en nuestra vida, es su Palabra para nosotros, su rhema, no encontramos mayores observaciones de cumplimiento por parte de nosotros.
Isaías 41: 10
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”
Esta promesa ha consolado y fortalecido millones de creyentes en todos los siglos. Es una de las preferidas de muchos. Aquí Dios promete que estaría con nosotros, que siempre contaríamos con su ayuda y sustento. Esto es hermoso. La palabra “siempre”, quiere decir, todo el tiempo. Debemos pedirle a Dios que cada cumpla su promesa en nosotros.
Filipenses 4: 19
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”
Esta promesa de filipenses es otra de las más citadas y reclamadas. El creyente puede confiar que Dios no lo abandonará en ninguna de sus necesidades. Debemos pedirle que su provisión nunca falte.
3.
Si debemos añadir
nuestras fuerzas
En Deuteronomio 8: 18 encontramos esta promesa:
“Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día”
El texto enfatiza que Dios es el que nos da el poder para hacer las riquezas. No nos da las riquezas sino el poder para hacerlas. En otro texto del mismo libro encontramos:
“Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado”, Deuteronomio 28: 12
Nota que dice que bendecirá la obra de tus manos, implicando que su bendición vendrá a nuestra vida a través de una acción de nuestras manos, es decir, de nuestro trabajo. En este texto está implícito el trabajo.
Pablo dijo en 2 Tesalonicenses 3: 10 que si alguno no quiere trabajar tampoco coma.
4.
Si tenemos que esperar
También existen las promesas que no aseguran un cumplimiento inmediato sino que tenemos que esperar el tiempo de Dios para su cumplimiento.
1 Corintios 10:13
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”
Muchas veces estamos pasando una dura prueba y parece de nunca acabar. Esta promesa anima a confiar en Dios puesto que dice que no nos abandonará en medio de la difícil situación por la que pudiéramos estar atravesando sino que hará un camino donde no lo hay.
2 Corintios 12: 9
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
La promesa es que nos librará de todo mal. Que esperemos en él, en su gracia y favor para salir triunfante de la prueba.
Jorge Arévalo
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