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“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados;
y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para
que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó
nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”
Asimismo usó la
Palabra para multiplicar los panes y dar de comer a los que tenían hambre. En
esta clase de milagro que hizo, Jesús
usó la Palabra como gratitud al Padre por sus bendiciones de provisión y en un
acto de fe partió los panes y peces y comenzaron a multiplicarse.
“Luego de
ordenar que la gente se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y
los dos pescados, miró al cielo y dio gracias a Dios. Después partió los panes
y se los dio a los discípulos, para que ellos los repartieran a la gente. Todos
comieron hasta quedar satisfechos. Y cuando los discípulos recogieron los
pedazos que sobraron, llenaron doce canastas. Los que comieron fueron
como cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños”, Marcos 14: 19-20
Su acción de dar
de comer a los miles con tan pocos panes y pescados fue una osadía, una fe en
que su Palabra es oída en los cielos y hecha una realidad en la tierra.
Igualmente
nosotros tenemos que usar la palabra para sanar, para liberar y para atraer la
multiplicación de Dios para nuestras finanzas y lograr sustentar a nuestra
familia así como avanzar nuestros proyectos.
Salmos 107: 20
dice:
“Envió su palabra, y los
sanó,
Y los libró de su ruina”
Noten en el
texto aquí que la palabra es enviada para provocar la sanidad, la prosperidad y
la liberación de la ruina.
Dios ama la paz
de sus hijos. Dice en 3 Juan 2:
“Amado, yo deseo
que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma”
La prosperidad
así como la sanidad, es el pan de los hijos. La prosperidad es una bendición
que está implícita en el saludo hebreo Shalom, y también está implícita en la
palabra Sozo que en el griego significa
salvación, sanidad, perdón y bienestar en general.
Aprendamos a
usar la Palabra para atraer las bendiciones de Dios a nuestras vidas. Podemos
hacer en las mañanas declaraciones de fe como estas:
“Soy un hombre
próspero. El Señor me ha prosperado en todas las cosas, así como en mi salud y así
como en mi alma”, 3 Juan 2
“Soy un hombre
bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales y yo recibo
estas bendiciones en mi vida ahora. Gracias Dios”, Efesios 1: 3
“Soy un hombre
bendecido con la bendición de Abraham, riquísimo en activos, en plata y en
oro”, Génesis 13:2
“Soy un hombre
rico. Jesús se hizo pobre por amor a mí para que yo sea rico”, 2 Corintios 8:9
Marcos 11: 24
nos enseña que debemos hablar la palabra como si ya hubiera sucedido, es decir
en fe y no en esperanza.
“Por eso les
digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo
obtendrán” (Versión NVI)
Salmos 116: 10
dice: “Creí; por tanto hablé”
Ahora más que
nunca que muchos están siendo afligidos en gran manera por la situación
económica, por la pérdida de empleo y por la disminución de sus ingresos, es
cuanto más necesitamos asirnos del fundamento del Universo que es la Palabra de
Dios y hacer tuya estas promesas.
No pienses en el
que dirán, en lo que pensarán otros de ti, por tu cambio al creer en esta
Palabra de bendición, es ahora o nunca
que debes atrapar por fe esta palabra, créelo, decláralo, cambia tu actitud y
tu lamento en baile. Es la hora de pararte firme en la verdad que no eres un
maldecido, sino un bendecido y no importa lo que esté pasando afuera, tus ojos
no están para mirar la crisis, tus ojos están puestos en Jesús y en Su Palabra
y tú lo crees y lo conviertes en la Palabra de tu testimonio a través de tu
boca. Cobra aliento y vuélvete un león rugiente.
“Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos… ”. Apocalipsis 12: 11
Declaraciones de bendición financiera que se encuentran en los Salmos:
Salmos 112: 3 “Bienes y riquezas hay en mi casa...”
Salmos 1:3 “Soy como el árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su
fruto en este tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hago, prospera”
Salmos 92: 12 “Mi vida
florece como la palmera y crece como el cedro”
Salmos 109: 18 “La
bendición me entra como agua en mis entrañas, y como aceite en mis huesos”.
Salmos 112: 7 “Mi corazón está firme, confiado en el Señor,
hoy recibo buenas noticias”
Salmos 115: 12 “El Señor se
acordó de mí y me bendice”
Salmos 116:7 “Mi alma
reposa, descansa en el Señor, porque Él me ha hecho bien, me ha bendecido”
Salmos 116: 12: “Estoy
lleno de sus beneficios”
Salmos 118: 17 “No moriré,
sino que viviré y contaré todas las bendiciones de Dios sobre mi vida”
Estas son las declaraciones de un creyente, con
mentalidad positiva. Verás que tus situaciones adversas de hoy serán tus
bendiciones más grandes de mañana.
Jorge Arévalo
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