jueves, 6 de diciembre de 2018

EL NEGOCIAZO, ¿UNA BUENA RAZÓN PARA SER POLÍTICO?


Cuando se dio el caso de Carlos Moreno, consejero y asesor en temas de salud del ex Presidente del Perú  Sr. Pedro Pablo Kuckynski (PPK),  quién fue chuponeado en Palacio de Gobierno y que en un audio se registra una de sus conversaciones hablando de un negociazo y de una mina de oro ahora disponible para él y sus compinches: “Es el negociazo, yo tengo la gente que lo haga, tengo los pacientes”. “Esa es nuestra mina. No sabes la cantidad de plata que vamos a ganar”.

El negociazo es algo que en verdad lamentamos hasta las lágrimas dado que acciones como la de Moreno no hacen más que degradar uno de los oficios antiguos más nobles del hombre que es ser político y que el corregidor español Castillo de Bovadilla en 1597 lo definiera como el arte y el oficio de gobernar y también como la mayor ciencia y arte de todas las artes.

Moreno representa a todas las personas que entran a la política con una mala y perversa motivación, representa a los políticos que convierten el arte y el oficio de gobierno en el arte del negociazo o en la ciencia para sacar provecho de la mina.


Motivos para entrar en política

En la segunda mitad del siglo XX, los estudios acerca de los motivos para entrar en política planteaban por lo menos tres razones:

1)      Por contar con cierta experiencia previa proveniente del entorno familiar
2)      Por buscar consolidar redes sociales y buenas relaciones sociales
3)      Y por pretender alcanzar cierto prestigio social

Aunque la literatura especializada estima que los motivos por la que las personas entran en política es básicamente por la ambición que es definida por la Real Academia Española como el deseo ardiente o la codicia de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama.

Pero bien que hoy en día se puede hablar de dos tipos de ambición: “La positiva y la negativa”. La ambición negativa se asocia con el hambre del poder, mientras que la positiva se relaciona con el carisma, el respeto, el deseo de llevar múltiples responsabilidades y sobre todo el servir a la gente.

La entrada en política a través de una elección, o un cargo de confianza nos da un puesto, una red de relaciones sociales y popularidad que compensa la ambición de cualquier político y estas cosas deben ser de por sí más que suficientes para dejar de lado las malas artes del negociazo o la oportunidad de hacer plata de forma deshonesta.  


La dimensión moral de los políticos

En el preámbulo de esta obra se dijo que el filósofo antiguo Plutarco, en su obra “Vidas Paralelas”,  profundiza en la dimensión moral de los políticos y resalta los valores fundamentales del buen político entre estos la moderación, el equilibrio personal, la voluntad y la honestidad.

Plutarco nos habla de Catón el Joven como el ejemplo cercano al político ideal y sostiene que gozaba de altos niveles de popularidad debido a básicamente a que:

1)      luchaba contra la corrupción
2)      era generoso, 
3)      buen orador, 
4)      sencillo 
5)      y noble.


Principios que deben regir la administración pública
Cicerón, escritor y político romano del siglo segundo, consideraba que la administración pública, el oficio existente más noble que un hombre podía aspirar, debía ser regido por principios como la: 
1)      La Justicia
2)      El decoro
3)      La Modestia
4)      Y la Constancia

Cuatro columnas vertebrales en el pensamiento de Cicerón

Cualidades requeridas para el gobernante ideal

En los siglos XV y  XVI Maquiavelo, considerado el padre de la Ciencia Política Moderna destaca igualmente las cualidades requeridas para el gobernante ideal, en su obra “espejo de príncipes” da a conocer algunos tratados de educación para los futuros reyes medievales, en las cuales distingue tres cuestiones fundamentales a poseer por todo político:

1)      fortuna
2)      virtú (fuerza y vigor como un pre requisito del carácter de un líder político)
3)      y necessitá (factor de acciones determinantes situados fuera de su alcance)

Más tarde, en su siguiente obra “El príncipe” aconseja (o mal aconseja) que el político debe mantenerse en el poder a cualquier costa. A lo que los pensadores humanistas Tomás Moro y el holandés Erasmo de Rotterdam no tardarían en aclararle que el Príncipe debía ser un hombre virtuoso, humilde y tener un determinado tipo de conciencia (refiriéndose a una relación estrecha con Dios).


Erasmo creía que la característica principal del político debía ser la razón, porque de ella es que emanan:

1)      La sabiduría
2)      La integridad
3)      Y la vigilancia.

Y que estas cualidades debían ir acompañadas de otras como la retórica, diplomacia, leyes, aprendizaje y agudeza.

Reitero que las Sagradas Escrituras también nos da una idea clara respecto de las características esenciales que todo buen gobernante debe poseer.  En Deuteronomio 17: 14-20 se escribe que:

1)      Debe amar a su pueblo, vs 14-15
2)      Tener vocación de servicio, vs 16
3)      Ser fiel, vs 17
4)      No debe enriquecerse con el dinero del pueblo, vs 17
5)      Debe leer de manera habitual la Biblia, 18-19
6)      Y ser humilde, vs 20


Jorge Arévalo
El negociazo: ¿Una buena razón para ser político? 
Serie: Liderazgo Político y ética

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