domingo, 12 de mayo de 2019

MI AMIGO JOHN DE TEXAS


Mi amigo John de Texas, hace realmente una obra que no sabria como definirla. ¿Será de compasion? ¿Misericordia? Cómo definirla.

Las personas a las que atiende todos los domingos en el  alzheimers care son como muertos en vida. Personas ancianas que han perdido la memoria. Me pregunto: ¿Que sentido tiene ocupar tiempo con personas sin valor alguno para la sociedad. ¿Que buscaría? Si las personas normales andan en el mundo haciendo cosas loables, causando el asombro. 

Las personas normales buscan el edificar, el ayudar a otros, en cierta manera tratando de encontrar la aprobación de los demás. Pero ¿que busca mi amigo John?  Aplauso de la gente a quién sirve no lo va a encontrar, ellos no lo recuerdan más cuando termina su visita. Además los hijos de estas personas no están presentes cuando él trae una palabra de consolación para sus ancianos padres. 

Mi amigo John no recibe un salario ni ninguna otra cosa que lo obligue a hacer lo que hace, pero vuelvo a preguntarme ¿que lo motiva?. El anda en su mente en una direccion totalmente contraria al mundo.
¿Acaso se inspira en alguien? ¿Se identifica con algo? Nadie conoce su trabajo de amor incondicional.

¿Será entonces un problema psicológico que lo mueve? Estas y otras preguntas pasan por mi mente.

Sencillamente puedo decir que tengo un amigo extraordinario y extraño a la vez, que va contra la corriente. Cuando trato con él es tan bellisima persona, tiene un gran corazón. No podria dudar de su coherencia mental, pues, es un destacado piloto intercontinental de la compañia de American Arlines con cuarenta años de servicio intachable.

Puedo captar un amor sincero, una identidad extraordinaria con la gente marginada. Los ama, conoce sus nombres de cada uno, canta con ellos, ora, los unje con aceite. Les enseña la Biblia. Solo puedo reconocer que Jesucristo está vivo en su corazón y él actúa en su espíritu y amor.

Puedo reconocer también en su ministerio un Dios que ama de verdad, que no tiene favoritos y es perfecto, que no desprecia a nadie, por más que su vida no tenga valor alguno. 

Pero la respuesta a una pregunta que le hice me dio otra pequeña luz del porqué lo hace. Me dijo una vez: "Porque mi madre fue una de ellas. También sufrió de alzheimer y estuvo en el final de sus dias en la institución al que vengo a servir".

El padecimiento de su madre y que vivió en carne propia puede ser otra de las razones claras de su servicio hacia estas personas tan bellas para él.

Si estas son algunas de las razones, entonces mi amigo Jhon es esa clase de especie humana ejemplar, un fuera de serie a quién desde ya admiro. 

Dios continúe bendiciendo su ministerio. Déjenme decirles que me siento un privilegiado de contar con su amistad.

Jorge Arévalo 

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