Desde el
principio de la civilización, los hombres andan en búsqueda de la felicidad.
Pensadores occidentales como Sócrates, Platón, Aristóteles, escuelas de
pensamientos como de los estoicos, epicúreos, cínicos, escépticos hasta
filósofos contemporáneos han buscado dar respuestas sobre el cómo ser feliz.
Muchas
recetas han sido probadas, pero en esta ocasión daré a conocer una que contiene
principios prácticos o secretos que estoy seguro que funcionan para alcanzar la
satisfacción en la vida y éstas no tienen nada de misticismo.
Estos
principios han sido pronunciados por el más grande y sabio hombre que haya
existido jamás sobre la tierra, su
nombre es Jesús de Nazaret, el Maestro, el Mesías, el Salvador para la
humanidad y aunque pasaron algo más de dos mil años de su existencia sus
discípulos aún se multiplican día a día y se cuentan en miles de millones en
todo el planeta.
Es mi
deseo que disfrutes la lectura de esta serie y que sus revelaciones
produzcan en ti un cambio de mente en cómo encontrar la felicidad en esta vida.
LOS
POBRES DE ESPÍRITU
Q
|
uiero
remitirme a un pasaje sagrado del Nuevo Testamento que se encuentra en el libro
de Mateo capítulo 5 versículos del 1 al 12. Desarrollaré punto por punto estos
versículos buscando descubrir los secretos para ser feliz enseñados por
Jesucristo.
No
subestimo las enseñanzas de filósofos o psicólogos que también abordan el tema
de la felicidad. Sólo quiero mostrarte una perspectiva diferente que añade
algunos elementos que muchos de los escritores universales no resaltan pero que
sin embargo son las claves para entender las bienaventuranzas.
En primer lugar en el discurso del Sermón de la Montaña el maestro Jesús enseñó que son “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
En primer lugar en el discurso del Sermón de la Montaña el maestro Jesús enseñó que son “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
En
esta declaración Jesús devela el primer secreto: La felicidad consiste en la
pobreza de espíritu.
Esto
resulta paradójico para los que pensamos que el dinero es lo que da la
felicidad y que por tal razón tenemos que emplear toda nuestra energía en
alcanzarlo.
Es
decir, llegar a ser rico en este mundo es encontrar la felicidad. ¿Es esto
verdad?
Dejemos
que uno de los hombres más ricos de este tiempo nos aclare el tema, me remito
al famoso empresario mexicano Carlos
Slim que tiene una fortuna valuada en 54,000 millones de dólares.
En
una entrevista con Larry King, Slim expresó que “es una locura pensar que la
felicidad viene de las cosas materiales o la acumulación de objetos”, “eso no
es felicidad, cuando crees eso es que tienes problemas. (Cuando tienes dinero)
te vuelves como un niño al que le dan todos los juguetes que quiere. Siempre
vas a querer más”.
Esta
declaración del multimillonario es muy importante entenderlo sobre todo para
los que estamos en esta búsqueda.
Contrario
a la creencia que las riquezas traen la felicidad, el maestro nazareno
afirmó que el secreto es la pobreza de
espíritu.
Y
explico el porqué.
Un
hombre pobre e indigente que necesita de ayuda se hace dependiente de los
demás. Igualmente un pobre de espíritu se volverá a Dios, hará de él su
dependencia, le dirá en sus plegarias: “Te necesito, eres mi proveedor, mi pan de
Vida”.
Y
el resultado será que Dios que responde la oración le suplirá no sólo sus
necesidades materiales sino que llenará su alma de gozo y paz que le hará
sentir felicidad en su corazón aún a costa de no tener dinero en su bolsillo.
La
felicidad consiste entonces en tener un alma llena de su Presencia. Y para que
esto suceda el hombre debe asumir una condición de pobreza espiritual que lo
guíe a buscar su satisfacción en el Dios de la vida.
Aunque
Jesús agregó las bendiciones materiales como consecuencia de ser pobre en
espíritu, en Mateo 6:33 dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas (materiales como comida, vestido, casa) serán
añadidas”.
El
primer secreto para ser felices es buscar a Dios antes que los bienes de este
mundo.
El
reino de los cielos según el apóstol Pablo “no es cuestión de comidas o
bebidas, sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14: 17).
Agustín
de Hipona lo dijo de esta manera:
“La felicidad es regocijarse en ti, para ti y por causa de ti Dios. Esta
es la verdadera felicidad y no hay ninguna otra”
Jorge Arévalo
Comentarios
Publicar un comentario