Los impíos
desenvainan espada y entesan su arco,
Para derribar al pobre y al menesteroso,
Para matar a los de recto proceder.
Para derribar al pobre y al menesteroso,
Para matar a los de recto proceder.
Su espada entrará en su
mismo corazón,
Y su arco será quebrado.
Y su arco será quebrado.
(Salmos 37:
14-15)
En este pasaje de los salmos
hay un principio de sabiduría universal, es la revelación del principio del retorno del boomerang. Todo lo que tú deseas para alguien volverá a ti en los
mismos efectos y cuantificado.
Si tú deseas mal para tu
prójimo, este mal regresará a ti con fuerza o a la inversa si tú le deseas bendiciones el
boomerang como es su naturaleza dará un giro de 180 grados para regresar a ti con
bendiciones acrecentadas. Siempre el retorno será con más fuerza.
Los pensamientos son un
boomerang, lo que piensas es lo que atraes. La energía de la mente siempre
actuará como un boomerang o como un imán que atraerá hacia ti lo que hayas
pensado acerca del otro o de ti mismo. Son pensamientos que se volverán realidad y hará su manifestación en
lo material, esto es una ley.
Por tal razón, conviene pensar e imagínarnos viviendo en la abundancia porque esto es lo que atraeremos.
Es la voluntad del Dios Creador que seas prosperado en todas las cosas, así como en la salud, y que prospere tu alma ( 3 Juan 2).
La ley del boomerang explica cómo puedes operar para hacer realidad la voluntad divina en tu vida.
Es la voluntad del Dios Creador que seas prosperado en todas las cosas, así como en la salud, y que prospere tu alma ( 3 Juan 2).
La ley del boomerang explica cómo puedes operar para hacer realidad la voluntad divina en tu vida.
Esta ley de Dios responde a tus pensamientos, diremos que le es obediente. Será el canal para hacer realidad los deseos de tu corazón.
En el libro de Job se revela
que cuando éste hubo orado por sus amigos, la bendición que había perdido le fue restituida y al doble.
“Cuando Job
oró por sus amigos, el Señor le restauró su bienestar. Es más, ¡el Señor le dio el
doble de lo que antes tenía!”, Job 42: 10
Jorge Arévalo
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