En
la Biblia encontramos palabras de vida que vienen a ser como roca fuerte, o
bases firmes sobre el cual edificar nuestra fe para una vida abundante y llena
de victoria.
Las
palabras tienen poder. Las Escrituras en contra posición a la ciencia afirma
que los cielos y la tierra fueron creados por la palabra. Es
decir, que todo lo que vemos con nuestros ojos hoy fue hecho de lo que no se
veía, fue hecho por la Palabra.
Dios
usó sus palabras para crear la vida y el Universo y esta verdad es una gran
lección para nosotros. Nada fue hecho del azar, nada fue creado de la pura
suerte o vino por coincidencia alguna. Todo el perfecto diseño del cosmos y de nosotros
mismos, de la forma del cerebro, de los ojos y todas las demás maravillas de
nuestro cuerpo fue producto de una mente superior e inteligente que le dio
forma y que usó su Palabra para crear.
Y
nosotros hemos sido hechos a esa misma imagen, a esa misma semejanza del Dios Creador
y gozamos de la misma facultad de hacer que las cosas sucedan por la palabra.
Bien
que no tenemos poder para crear más cielos, más tierra o más vida de lo que Dios
creó, sin embargo, sí podemos hablar salud para nuestros cuerpos y prosperidad
para nuestras finanzas así como para nuestra salud emocional.
Solamente di la
Palabra
El
evangelio de Mateo 8: 5 -13 relata la historia de la sanidad del siervo del centurión
romano, dice así:
“Entrando
Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente
atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres
bajo mi techo; solamente di la palabra, y
mi criado sanará”
Maravillado Jesús exclamó: “De cierto os digo, que ni
aun en Israel he hallado tanta fe… Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como
creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora”
Lo
que pretendo con esta historia es llevarte a la idea de que la palabra tiene poder
y que aprendamos a usarla a nuestro favor.
Cuando
a tu alrededor haya algún enfermo, o tú mismo estés padeciendo de alguna
afección, en lugar de decir: “Creo que me voy a morir”, debes osadamente
declarar la palabra de sanidad para ti. Por
ejemplo, la Escritura del profeta Isaías capítulo 53 verso 5 dice:
“Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (esto hablando del sacrificio de
Cristo en la cruz).
Tomando
esta Palabra como base de nuestra creencia podemos declarar:
“Estoy curado por
las llagas de Cristo”, “Estoy sano”.
Cuanta
falta hace conocer y aplicar la verdad de la Palabra de Dios a todas nuestras
situaciones y ahora más que vivimos en
tiempos del coronavirus. Haz
que cada mañana tu declaración sea positiva, confiesa:
“Estoy
sano por las heridas de Cristo”,
“Mi sistema inmunológico es fuerte, mis
defensas son altas”.
“El virus no puede penetrar mi cuerpo”.
“Soy inmune”,
“Estoy
vacunado por la palabra de Dios y por la palabra de mi testimonio”.
Decláralo
varias veces, quizás poniendo una de tus manos en la cabeza y la otra en tu
corazón. Y luego dando gracias a Dios por tu sanidad. Algo como esto: “Gracias
Señor, porque has provisto sanidad para mí en la cruz del calvario”, “Gracias
Dios porque he sido curado por las heridas de Cristo hace 2000 años”.
El
poder de la palabra y de la gratitud hará el milagro. Así funcionan las leyes
de Dios.
El
centurión romano lo entendía perfectamente, dijo a Jesús: “No es necesario de
que entres bajo mi techo, solamente di la Palabra y mi criado sanará”. Jesús
se maravilló de la fe de este militar y sólo atinó a decir: “Como creíste te
sea hecho. Y su criado fue sanado aquella misma hora”.
Lo que crees te será
hecho
Trabaja
primero con tu creencia, con tu fe en la Palabra de Dios, decide creer en la
vida, la salud y la prosperidad que Dios promete a los que confían en él. No
confieses lo que tus ojos físicos te hacen ver, no declares una situación de
enfermedad, que sin duda puede ser real, pero no lo aceptes.
Pablo
tenía como estilo de vida la fe, en 2 Corintios 5: 7 escribió: “porque por fe
andamos, no por vista”.
Declara
con certeza ahora mismo que tú tienes aquello que esperas, declara con
convicción de las cosas buenas que esperes en tu vida aunque no lo veas aún,
pero cree que lo recibes.
Hebreos
11: 1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Esta sabiduría del poder de
las palabras ha sido revelada desde tiempos antiguos y lo enseñan muchas religiones
del mundo y aún la ciencia hoy como la física cuántica lo está confirmando.
Jesús lo enseñó a sus
discípulos en Marcos 11: 22-24:
“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
Lo que digas, te será hecho ¿Puedes creerlo?
En Hechos capítulo 28 Pablo da su testimonio de
cómo fue salvado del naufragio y cómo es que llegaron a la isla de Malta para
refugiarse. La noche en esta isla estaba lluviosa y hacía mucho frío aparte de
que habían nadado en las heladas aguas del mar. El testimonio dice que
recogieron leña para aumentar el fuego y calentarse:
“Cuando Pablo había
recogido leña y la estaba echando al fuego. De repente, una serpiente salió
huyendo del fuego y le mordió la mano a Pablo. Cuando los que vivían en la isla vieron a la serpiente colgada
de la mano de Pablo, dijeron: Este hombre debe ser un asesino porque, aunque se
salvó de morir ahogado en el mar, la diosa de la justicia no lo deja vivir. Pero
Pablo arrojó la serpiente al fuego. Todos esperaban que Pablo se hinchara, o que cayera muerto en
cualquier momento, pero se cansaron de esperar, porque a Pablo no le pasó nada.
Entonces cambiaron de idea y pensaron que Pablo era un dios”.
Lo que sucedió es que Pablo caminaba en la fe
del poder de la palabra de Dios y por
eso no le pasó nada. El creía que su cuerpo estaba inmunizado al veneno de las
serpientes y escorpiones, conforme lo aseguró Jesús en Lucas 10: 19:
“Yo les he dado poder para que ni las serpientes
ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo”.
Nada detendría a Pablo de su propósito de ir y
predicar el evangelio del reino de Dios en Roma, él deseaba ardientemente
cumplir este sueño.
Marcos 16: 17-18 dice:
Otra vez Jesús se refiere al veneno de las
serpientes, o cualquier otra cosa mortífera (como el coronavirus de hoy) y dice:
“No les hará daño”. ¿Puedes creerlo?
Si lo crees usa esta palabra para bendecirte a
ti mismo y cubrirte con sanidad divina.
Declara:
“Ningún virus puede hacerme daño”.
“Estoy
vacunado por la Palabra de Dios”.
“Soy fuerte y vigoroso y aún en la vejez fructificaré,
estaré vigoroso y verde”.
Apocalipsis 12: 11 afirma: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre
del Cordero y de la palabra del testimonio…”
Es la palabra de tu testimonio la llave para tu
protección, para tu salud y tu prosperidad económica.
Mis bendiciones a ti.
Jorge Arevalo
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