Hechos 4:29-30 «Y
ahora, Señor, … concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu
palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y
prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús»
En los tiempos de la iglesia primitiva, la predicación con
denuedo de la Palabra de Dios iba siempre seguido con demostraciones de
sanidades divinas para los enfermos.
Hechos 5: 14-16 : «Y los que creían en el Señor aumentaban
más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos
a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo
menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas
muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus
inmundos; y todos eran sanados».
El apóstol Pablo dijo: “Y ni mi palabra ni mi predicación
fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del
Espíritu y de poder», 1 Corintios 2:4
Hay al menos cuatro razones principales para creer que Dios sana hoy:
La sanidad divina se
encuentra en la Biblia
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios y es para nosotros
hoy. Cuando la leemos encontramos enseñanzas de Dios como el sanador. El sana
en respuesta a la oración de un afligido, sana por medio de la acción de fe de
un enfermo, sana a través de la imposición de manos de sus
discípulos. Tanto en antiguo como en el
nuevo testamento vemos que es Su voluntad sanar los enfermos.
En los evangelios vemos que Jesús nunca rechazó la petición de algún enfermo, tenía el corazón dispuesto para sanar. Su amor estaba por encima de todo juicio de pecado. Su compasión era grande. Y la buena noticia es que luego de 2000 años continúa presente. El vive por los siglos y no ha cambiado. El tiene el poder para sanar aún hoy.
Hebreos 13:8
- «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos»
La sanidad divina se
encuentra dentro de la obra expiatoria de Cristo
La misma palabra que traducimos «salvación» (gr. sotería),
se refiere tanto a la salvación del alma como la sanidad del cuerpo. En la
salvación se incluye la sanidad de nuestra vida en todos sus aspectos, y toda
ella brota de la expiación.
Mateo comprendió el pasaje del siervo sufriente de Isaías 53
en función del hecho de que el ministerio de sanidad de Jesús formaba parte de
su obra expiatoria. «Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos
endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los
enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El
mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias»
Nosotros debemos hacer lo mismo que Jesús hizo, tomar la
palabra de sanidad en Su Nombre y echar fuera toda enfermedad y dolencia.
Porque por sus llagas fuimos curados.
Isaías 53:5:
- «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados»
La sanidad divina se
encuentra en la convergencia entre las enseñanzas de la Biblia sobre la
salvación y sobre la naturaleza de la humanidad.
Un ser humano no es una desarticulada asociación de cuerpo,
alma y espíritu, es una unidad muy real.
En el pasado, bajo la influencia de la filosofía helenística
se entendía a los seres humanos primariamente en función de lo inmaterial. El
dualismo de los filósofos helenistas como Platón dejó una fuerte huella en
algunos de los padres de la iglesia. San Agustín escribió que «el cuerpo ocupa
por naturaleza un rango inferior que el alma en la escala del ser». En otro
lugar declara que «el alma es universalmente superior al cuerpo…».
Esta
costumbre de rebajar al cuerpo y al mundo material no tiene su base en las escrituras, la
salvación deberá tener aplicación a todas las facetas de la existencia humana.
El evangelio entero es para la persona entera.
El apóstol Pablo dijo: «Que Dios mismo, el Dios de paz,
los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu,
alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo", 1 Tesalonicenses 5:23
Y el apóstol Juan en 3 Juan 1:2:
- «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma»
La salvación es una
restauración del mundo caído
Todos deseamos ser felices y no sufrir. Dios es contrario
totalmente al sufrimiento humano, porque el sufrimiento no es consecuencia de
su voluntad, sino de la caída.
Las Escrituras enseñan que el pecado de Adán no lo afectó
solamente a él. Pablo dice: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron», Romanos 5.12.
Las enfermedades y dolencias en la humanidad es una consecuencia
de este pecado original de Adán. De haber obedecido habríamos podido ser
dichosamente fructíferos y sanos para siempre. Pero Dios tenía un plan de
redención para restaurar a toda la creación y en especial a la humanidad. Y ese
plan fue consumado en la cruz de Cristo.
Romanos 5:17:
- «Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Jorge Arévalo
Sección: Origen, Naturaleza y Consecuencias del Pecado
Catalogado en: SANIDAD DIVINA
Sección: Origen, Naturaleza y Consecuencias del Pecado
Catalogado en: SANIDAD DIVINA
Es muy importante todo los textos biblicos que has colocado, pero mi realidad no suena de esa manera a mi hijo le detectaron un tumor y horamos durante 6 meses para que Dios lo sanara, en este periodo oran pastores, ancianos, hermanos, fuimks a campanas de sanancion y al final terminaron haciendo lo que los medicos dijeron, no vio la sanidad que mencionas arriba, me podrias decir que paso.
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