Jesús les dijo: «Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a
sus súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. Pero ustedes
no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes tiene que
hacerse como el más joven, y el que manda tiene que hacerse como el que sirve,
Lucas 22:25-26 (DHH).
Jesús enseñó que grandeza no equivale a tiranía. Muchos han equivocado el concepto. Creen ser grandes por sentarse a la mesa con súbditos sirviéndoles la comida y lavándoles los pies.
Conozco gente en liderazgo de su organización que abusan del poder y son crueles con su gente, no les dejan hacer nada sin su permiso. En el libro de Génesis vemos que Dios le concedió al hombre dominio sobre su creación pero este dominio no incluye sus semejantes sino sólo los recursos naturales como los animales, vegetales y minerales, para que lo transformen y les sirva en la satisfacción de sus necesidades.
El hombre que quiere ser grande debe velar por la vida, libertad y la búsqueda de la felicidad de su prójimo. Jesús nos mostró dos maneras de lograrlo según leemos en este pasaje:
Jesús enseñó que grandeza no equivale a tiranía. Muchos han equivocado el concepto. Creen ser grandes por sentarse a la mesa con súbditos sirviéndoles la comida y lavándoles los pies.
Conozco gente en liderazgo de su organización que abusan del poder y son crueles con su gente, no les dejan hacer nada sin su permiso. En el libro de Génesis vemos que Dios le concedió al hombre dominio sobre su creación pero este dominio no incluye sus semejantes sino sólo los recursos naturales como los animales, vegetales y minerales, para que lo transformen y les sirva en la satisfacción de sus necesidades.
El hombre que quiere ser grande debe velar por la vida, libertad y la búsqueda de la felicidad de su prójimo. Jesús nos mostró dos maneras de lograrlo según leemos en este pasaje:
1. A través de la humildad
«Pero ustedes no deberán ser como ellos. El más importante entre ustedes
debe ser como el menos importante de todos…» vs 27ª (TLA)
Se requiere humildad para hacerse el menos importante de todos y servir
a tu inferior. La arrogancia no te permite esto. Benjamín Franklin dijo: Ser
humilde con los superiores es un deber; con los iguales una cortesía; con los
inferiores, nobleza».
La humildad es la mejor prueba de que un hombre es verdaderamente
grande. Por tal razón, el apóstol Pablo enseñó: «Nada hagáis
por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a
los demás como superiores a él mismo», Filipenses 2: 3.
El principio de la humildad no da lugar a tiranía sobre los demás. La
humildad no es debilidad, sino fortaleza utilizada en el
servicio.
2. A través del servicio
«…y el jefe de todos debe servir a los demás», vs 27b (TLA)
«…y el jefe de todos debe servir a los demás», vs 27b (TLA)
El servicio es amor en ropa de faena. Jesús dijo: «Pues ¿quién es más
importante, el que se sienta a la mesa a comer o el que sirve? ¿Acaso no lo es
el que se sienta a la mesa? En cambio yo estoy entre ustedes como el que
sirve».
Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero
la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes. Jesús nos
enseñó con el ejemplo que la verdadera grandeza de un hombre está en servir a
los demás y hacerles sentir que son grandes.
Siempre oí a mi suegro hablar un refrán: «El que no vive para servir no
sirve para vivir».
Una historia habla de un cabo en el Valle de
Fargo quien estaba dirigiendo a tres hombres que estaban tratando de levantar
un tronco muy grande. Era muy pesado pero el cabo seguía adelante y adelante,
"¡Muy bien gente, una, dos, tres, levanten!" Un hombre de los de
alrededor se acercó y dijo al cabo, ¿Por qué no ayuda usted? El cabo se
levantó y respondió, "Señor, soy un cabo." Sin decir más, el
hombre se retiró y les ayudó a levantar el tronco y ponerlo en su lugar. Este
hombre era George Washington.
En otra ocasión Washington estaba cazando
zorros con un grupo de amigos. Uno de los campos por los que ellos pasaban
estaba cercado con rocas. Cuando saltaba la cerca su caballo tiró unas de las
rocas. Washington se paró inmediatamente, se bajó de su caballo, y puso las
piedras que había tirado en su lugar. Uno de sus amigos dijo: "Tú eres un
hombre demasiado importante para hacer cosas tan pequeñas." Él respondió
gentilmente, "No, soy igual que todos."
La humildad y el servicio es la ley a la
verdadera grandeza.
Del libro “Destinados al éxito”
Autor: Jorge Arévalo
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