Al concluir este año podemos dar gracias a Dios por su cuidado y su amor para velar por nuestras vidas y familias. Su provisión nunca ha faltado y su gracia ha rebosado por sobre todos nuestros errores. Hubo desaciertos pero también muy buenas determinaciones. De ambas cosas estamos expuestos constantemente. De las dos se aprende. Queda estar agradecidos de lo vivido, pero aceptamos igual el desafío que nos presenta este nuevo año. Seguir creciendo es la meta. Las generaciones luego de nosotros deben ver el ímpetu, carácter y el espíritu de progreso que nos impulsa hacia adelante en la vida, muchas veces teniendo que abrir trocha o caminando por senderos no explorados. El año que se presenta repito es para seguir creciendo, fijarse metas, establecer prioridades de lo que tenemos que hacer. Un plan de vida es mejor a una mente vacía y un espíritu sin norte. Confiemos en el Dios que guía, en el Soberano que confirma nuestros pasos y no sucumbamos a la preocupación innecesaria po