Las Escrituras de la Biblia registran grandes confesiones de hombres de fe que se rehusaron a mirar con los ojos naturales las imposibilidades de una victoria pero que al fin y al cabo lo alcanzaron, sí, ellos experimentaron los milagros que esperaban, alcanzaron los éxitos que creyeron, y esto debido a que no se dejaron amilanar ante situaciones adversas, sino que creyeron en su triunfo.
Hombres que no dieron lugar en su mente a pensamientos de derrota, pensaban en grande, lo creían y lo confesaban así. No tenían duda en sus corazones, no tenían temor, fueron audaces en su fe y resultaron ser más que vencedores y dejaron un legado para las generaciones.
Esta clase de tiempo que vivimos es ocasión de levantarnos con el mismo espíritu de fe, es ahora el tiempo para fluir en los mismos pensamientos de grandeza de estos hombres de fe de la Biblia, hombres fieles a Dios que fueron llenados de las maravillas de su gracia y favor que operó en sus vidas, aunque muchos no calificaban, pero nada impidió que lo lograran y que se convirtieran en grandes leyendas.
Tal es el caso de David que peleó con el gigante Goliat, más gigante fueron sus pensamientos que la fuerza y el tamaño de su adversario, literalmente estas fueron sus palabras:
“Entonces
dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo
vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones
de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo
te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a
las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay
Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y
con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos”,
1 Samuel 17: 45- 47
Si como iglesia actuáramos en este mismo espíritu de fe de David, en este mismo pensamiento de victoria, podemos decir al coronavirus que ha venido a nosotros no para derrotarnos, sino sólo para provocarnos. Este virus maligno sólo está logrando provocar a los escuadrones del Dios Viviente en todo el mundo y será vencido por el poder de nuestra fe y en el nombre de Jesucristo.
No le tememos, ni a sus consecuencias económicas, políticas o sociales. Somos más que vencedores en Cristo. Nuestra provisión está asegurada, nuestra prosperidad está garantizada por las grandes promesas de nuestro Dios.
Nuestro año 2020 no terminará en desgracia, al contrario terminará siendo un año de ver la buena voluntad de Dios realizada sobre nuestra vida y sobre nuestra casa.
Josué y Caleb también son ejemplos de mantenerse firme en una mentalidad de grandeza.
Ellos no se intimidaron ante las noticias alarmantes y negativos de sus compañeros espías que al ver a los gigantes de la tierra prometida dijeron: “No podremos con ellos, nos comerán como a pan, somos pequeños, como langostas”. Josué y Caleb en cambio dijeron:
“No seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”, Números 14:9
Pensamientos de grandeza como la de estos hombres, es lo que necesitamos desarrollar en tiempos difíciles. Dejemos que nuestra mente se adapte a la forma de pensar de aquellos que conquistan, no de los que se debilitan o desesperan en medio de las batallas, sino de los que crecen, de los que se fortalecen en fe, de los que aumentan sus fuerzas como las del búfalo y avanzan contra todo, victoriosos en las arenas del campo de batalla.
Mis bendiciones a tí
Jorge Arévalo
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