Génesis
21: 17 – 20 cuenta la historia de Agar y su hijo Ismael: “Y oyó Dios la voz del
muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué
tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en
donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con
tu mano, porque yo haré de él una gran nación. Entonces Dios le abrió los
ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber
al muchacho”
Agar y su hijo Ismael habían sido echados de la casa de Abraham, ahora estaban perdidos por el desierto, se les había acabado las provisiones del pan y del agua. Agar puso al muchacho a la sombra de un arbusto y se alejó un poco de él porque decía: “No veré cuando el muchacho muera”. Pero Ismael alzó su voz y lloró. Y oyó Dios la voz del muchacho y llamó a Agar y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas.
No temas porque Dios ha oído la voz del
muchacho
No
temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. El mismo mensaje
es para ti hoy, Dios te dice: “No temas, porque yo he oído tu voz”.
De repente te encuentras en una situación en que tus provisiones se acabaron, perdiste el empleo, tus ingresos que generabas ahora no los puedes producir, la realidad de la pandemia ha afectado gravemente tu economía, y has sido reducido hasta la mendicidad, pero aún te queda una esperanza, un milagro de Dios que salve tu vida, tu economía y como Ismael alzas tu voz en oración y te quebrantas de impotencia ante su presencia y ruegas por misericordia.
Entonces Dios que oye la oración del
que se humilla abre tus ojos para que veas, no tus ojos naturales, el milagro
va dirigido a los ojos de tu mente que los tienes cerrados a causa de una pobre
educación financiera, de una mentalidad asistencialista y de miseria. Dios las
abre para que veas la fuente de agua, una fuente que siempre ha estado ahí, que
la tenías tan cerca pero no lo podías ver y que la hubieras podido aprovechar
para llenar tus odres de agua y no tener que andar diciendo: “Creo que nos
vamos a morir” “Creo que mis hijos y yo moriremos de hambre”.
Dios que es rico en misericordia viene
a ti y te dice: “No temas, yo soy tu proveedor”.
La historia de Agar e Ismael concluye:
“Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el
odre de agua, y dio de beber al muchacho”
Dios tiene esa fuente de provisión para
ti. Ora y cambia tu confesión. En lugar de estar diciendo: “No tengo”, Puedes
decir: “El Señor es mi proveedor”, “Dios gracias, mis ojos están abiertos y
puedo ver las oportunidades de recursearme y los tengo frente a mí”, “Dios
gracias, porque me has dado una mente prodigiosa y creativa para generar
dinero”.
La fe en Dios es lo que marcará la
diferencia en tus circunstancias. La mujer de flujo de sangre que
necesitaba un milagro, cuentan los evangelios que se decía a sí misma: “Si tan
solo tocare el borde de su manto será sana”, lo repetía una y otra vez:
"Si tocare el borde del manto de Cristo seré sana".
Esta mujer había probado con toda clase de medicinas y cada vez estaba peor. Pero puso su fe en Dios y decía continuamente: “Si tocare el borde de su manto seré sana”, y ¿sabes qué?, lo logró, alcanzó a tocar el manto de Jesús y recibió su milagro, fue sana.
Esta mujer había probado con toda clase de medicinas y cada vez estaba peor. Pero puso su fe en Dios y decía continuamente: “Si tocare el borde de su manto seré sana”, y ¿sabes qué?, lo logró, alcanzó a tocar el manto de Jesús y recibió su milagro, fue sana.
No temas, el Señor es tu proveedor en
tus necesidades. Sea lo que necesites, él abre tus ojos ahora para que veas la fuente
de tu provisión para que tú y tus hijos vivan coman, vistan y vivan su
propósito en este mundo.
Jorge Arevalo
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