miércoles, 10 de junio de 2020

NO TEMAS, DIOS HA OIDO LA VOZ DE TUS RUEGOS




Génesis 21: 17 – 20 cuenta la historia de Agar y su hijo Ismael: “Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación. Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho”

Agar y su hijo Ismael habían sido echados de la casa de Abraham, ahora estaban perdidos por el desierto, se les había acabado las provisiones del pan y del agua. Agar puso al muchacho a la sombra de un arbusto y se alejó un poco de él porque decía: “No veré cuando el muchacho muera”. Pero Ismael alzó su voz y lloró. Y oyó Dios la voz del muchacho y llamó a Agar y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas.

No temas porque Dios ha oído la voz del muchacho
No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. El mismo mensaje es para ti hoy, Dios te dice: “No temas, porque yo he oído tu voz”.

De repente te encuentras en una situación en que tus provisiones se acabaron, perdiste el empleo, tus ingresos que generabas ahora no los puedes producir, la realidad de la pandemia ha afectado gravemente tu economía, y has sido reducido hasta la mendicidad, pero aún te queda una esperanza, un milagro de Dios que salve tu vida, tu economía y como Ismael alzas tu voz en oración y te quebrantas de impotencia ante su presencia y ruegas por misericordia.
Entonces Dios que oye la oración del que se humilla abre tus ojos para que veas, no tus ojos naturales, el milagro va dirigido a los ojos de tu mente que los tienes cerrados a causa de una pobre educación financiera, de una mentalidad asistencialista y de miseria. Dios las abre para que veas la fuente de agua, una fuente que siempre ha estado ahí, que la tenías tan cerca pero no lo podías ver y que la hubieras podido aprovechar para llenar tus odres de agua y no tener que andar diciendo: “Creo que nos vamos a morir” “Creo que mis hijos y yo moriremos de hambre”.
Dios que es rico en misericordia viene a ti y te dice: “No temas, yo soy tu proveedor”.
La historia de Agar e Ismael concluye: “Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho
Dios tiene esa fuente de provisión para ti. Ora y cambia tu confesión. En lugar de estar diciendo: “No tengo”, Puedes decir: “El Señor es mi proveedor”, “Dios gracias, mis ojos están abiertos y puedo ver las oportunidades de recursearme y los tengo frente a mí”, “Dios gracias, porque me has dado una mente prodigiosa y creativa para generar dinero”.
La fe en Dios es lo que marcará la diferencia en tus circunstancias.  La mujer de flujo de sangre que necesitaba un milagro, cuentan los evangelios que se decía a sí misma: “Si tan solo tocare el borde de su manto será sana”, lo repetía una y otra vez: "Si tocare el borde del manto de Cristo seré sana". 

Esta mujer había probado con toda clase de medicinas y cada vez estaba peor. Pero puso su fe en Dios y decía continuamente: “Si tocare el borde de su manto seré sana”, y ¿sabes qué?, lo logró, alcanzó a tocar el manto de Jesús y recibió su milagro, fue sana.
No temas, el Señor es tu proveedor en tus necesidades. Sea lo que necesites, él abre tus ojos ahora para que veas la fuente de tu provisión para que tú y tus hijos vivan coman, vistan y vivan su propósito en este mundo.

Jorge Arevalo

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