Comenzamos a salir de la cuarentena y para muchos este tiempo representa un nuevo comienzo, de oportunidades nuevas, para otros quizás sea lo contrario porque puede que hayan perdido el empleo o los ingresos que antes generaban. Los altares levantados por Abraham representan procesos en la vida.
Abraham tenía la costumbre de construir altares por donde quiera que fuera, por aquello que representaba un avance o una incertidumbre en su camino.
El altar era su tiempo de comunión y adoración con el Señor, era el lugar de su renovación y fortaleza. Los altares representan etapas de la vida que paso a describirlas y que estoy seguro que te identificarás con alguna de ellas.
1.
Génesis 12: 1-9 vemos que levanta el primer altar.
El primer altar lo edifica por motivo de que Dios se le había aparecido y entregado una maravillosa promesa: “A tu descendencia daré esta tierra”.
Los judíos son su descendencia en lo natural que pueden disfrutar hoy de esta promesa. En la actualidad tienen más de 70 años de haber regresado a sus tierras y estar establecidos. No les resultó fácil, tuvieron que defenderla en la guerra de los seis días y aún en el presente lo defienden de los continuos ataques de los palestinos y el odio de movimientos comunistas o fascistas enfrascados en la ONU. Pero Dios les ha hecho fuertes y prósperos, en estos días acaban de lanzar un cohete al espacio. Y se les conoce que son líderes mundiales en muchas áreas.
Este altar representa el agradecimiento por sus infinitas misericordias, representa la fidelidad de Dios a sus promesas. A pesar de las dificultades Dios no nos ha desamparado, no ha faltado el pan en nuestras mesas y estamos en pie, con ánimos de continuar y alcanzar lo que deseamos.
Este primer altar es la gratitud por todas las cosas, no sólo buenas, sino también las no buenas. Todo ayuda a bien.
2.
El segundo altar lo edifica en un monte en
los alrededores de Betel y significa “casa de Dios y puerta del cielo”, e
invocó allí el nombre de Dios, Génesis 28: 17
Edificar un altar en los alrededores de Betel “casa de Dios”, para invocarlo, nos recuerda la enseñanza de Jesús respecto de la oración. Es lo mejor que nos puede suceder en esta vida, que le invoquemos, y que invoquemos su Palabra.
La oración nos llenará de paz y fortaleza. Nos hará sentir ganadores y más que vencedores. En la oración nos renovamos como el águila, nuestras fuerzas se aumentan como las del búfalo, de pronto nos convertimos en esos guerreros que todo lo quieren conquistar. Su Palabra es un gran aliento para nuestro corazón.
En estas primeras etapas de su vida Abraham se equivoca una y otra vez, por su historia conocemos del percance de Sara a quién le presentó como su hermana ante los egipcios y los percances con su sobrino Lot con quién no debió haber salido de Ur. Pronto tuvo problemas por la tierra que compartían y en la batalla con los reyes de las naciones de alrededor a quienes tuvo que derrotar a fin de rescatarle.
En Génesis 13: 3-4 vemos que regresa nuevamente al lugar del altar en Betel para volver a invocar al Dios que le llamó.
El segundo altar representa entonces la oración, el lugar donde recuperamos nuestras fuerzas, donde nos renovamos para volver alzar vuelo a las alturas.
En 1 Samuel 30: 6 leemos que David conocía muy bien de este secreto:
“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios”.
3.
El tercer altar lo vemos en Génesis 13:
14-18.
Este tercer altar lo edifica en Hebrón cuando se separa de Lot. Esta separación fue un momento duro para Abraham, fue un proceso difícil de asimilar para él, pues seguro que lo amaba como a su propio hijo, pero la separación era necesaria.
Hay momentos en la vida en que pasamos por un proceso de renuncia, de separación de aquello que representa lo viejo, o algún obstáculo para la realización de un propósito completo.
Pero esa renuncia no significa un retroceso, al contrario significa un avance. A aquellos que han perdido cosas, quizás seres queridos en esta pandemia les toca ahora tomar un gran impulso. Les toca volver a esforzarse y ser valientes para continuar. Con buena actitud volverán a ser llenados, volverán a ser prosperados.
Jesús dio una gran promesa en Mateo 19: 29
“Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
El proceso de la pérdida o renuncia a algunas cosas te conducirá a tiempos de mayor bendición, a un 100 veces más aquí en la tierra asegura el Salvador.
El tercer altar pues, representa la renuncia, la separación de algo que te dará un nuevo impulso a mayores logros.
Hebrón también es el lugar donde David fue ungido la segunda vez. Si hacemos el paralelismo digamos que este tercer altar levantado en Hebrón representa una unción de mayor nivel, digamos que representa asimismo un tiempo nuevo para un avance en el área espiritual, los negocios y el liderazgo.
4.
En Génesis 22: 9 encontramos un cuarto altar,
Abraham lo edifica por motivo del sacrificio de su hijo Isaac.
Este cuarto altar aún es más profundo que el tercero, va más allá de asimilar alguna pérdida o renuncia de algo y de tomar un gran impulso. Este cuarto altar del sacrificio representa la entrega total, la rendición de nuestra voluntad para hacer la voluntad de Aquel que nos llamó, significa la consagración de nuestra vida para vivir totalmente en sus propósitos.
Y esto debemos tomarlo como un privilegio, puesto que no hay mayor dicha que ser instrumentos de bendición para muchos. Dios te ha ungido para dar las buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para liberar al cautivo, poner en libertad al oprimido y para predicar el año agradable del Señor a todas las naciones. No lo olvides, es tu máximo llamado en este mundo. Y esto tómalo como una honra. Dios te ha honrado al darte la comisión de servir a los demás.
Jorge Arévalo
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