viernes, 15 de junio de 2018

EL PENSAR BIEN Y MAL (I)

Muchos sabemos que nuestra forma de pensar determina la forma de creer y la forma de creer determina nuestra manera de vivir. “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él” dice Proverbios 23 versículo 7.

El pastor americano Kennet Hagin en su libro “El Pensar Bien y Mal”, del cual voy a basarme para este tema, refiriéndose a nuestra confesión diaria nos comenta: “Si pensamos mal, creemos mal. Si nuestra creencia es errónea, nuestra confesión lo será también. Es decir, nuestras palabras serán erróneas como resultado de nuestra manera de pensar. La Palabra de Dios nos es dada para corregir nuestro modo de pensar”.

Pablo, el apóstol nos dice en Romanos 12: 2 "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Y en 2 Corintios 10: 5  "Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".

Confesión. Definición

Hagin define la confesión de la siguiente manera: Primero, es afirmar algo que creemos; segundo, es declarar algo que sabemos; tercero, es testificar de una verdad que hemos abrazado. En el cristianismo  la confesión tiene una gran importancia porque es la afirmación de algo que creemos, la declaración de algo que sabemos, y el testimonio de una verdad que hemos abrazado.

El escritor de Hebreos en el capítulo 4 versículo 14 dice que “es necesario que retengamos nuestra profesión” (equivalente a confesión). Y en el 10:23 declara: "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión (confesión) de nuestra esperanza (porque fiel es el que prometió)."

Lo que debemos saber

El pastor Hagin nos relata en su libro lo que debemos conocer como cristianos: Primero, es menester que sepamos lo que Dios nos ha hecho en Cristo y que lo creamos y lo confesemos. Es nuestra confesión de ello lo que crea la realidad, y entonces se hace real en nuestra vida.

Segundo, necesitamos saber lo que Dios ha hecho en nosotros por Su Palabra y por el Espíritu Santo.
Tercero, es preciso que sepamos lo que el Señor Jesucristo está haciendo por nosotros en Su ministerio de hoy a la diestra de Dios el Padre en los cielos.

Y Cuarto, es necesario que sepamos lo que la Palabra de Dios hará por nosotros a través de nuestros labios, o lo que Dios puede hacer por medio de nosotros.

Lo que el Señor Jesús está haciendo por nosotros

En el caso del tercer punto Hagin dice que es preciso que sepamos lo que el Señor Jesucristo está haciendo por nosotros en Su ministerio de hoy a la diestra de Dios el Padre en los cielos. Él dice al Padre: "Por ellos morí; llevé sus pecados; los redimí; fui hecho pecado por su pecado, para que en Mi puedan ser hechos justicia de Dios; lleve sus dolencias y sus enfermedades. Yo los libré de la autoridad de las tinieblas; los engendré, haciéndolos criaturas nuevas.»

Hebreos 4 versículo 14 dice: " Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión"

Lo que Dios ha hecho en Cristo

Es el punto que nos lleva al hecho de observar en las epístolas de Pablo las expresiones: "en Él," "en Quien," y "en Cristo». Ejemplo:

II Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es…»

Un creyente en Cristo es una nueva criatura, es como un colchón nuevo no arreglado. Un creyente en Cristo tampoco es un ser reformado sino es algo que jamás ha sido. Según una traducción: "Es un género nuevo." Es decir, algo que no había existido antes. Entonces somos más que pecadores perdonados, débiles, o deplorables miembros de la iglesia, somos nuevas criaturas en Cristo Jesús.

Hagin testifica de un amigo que quiso recordarle su vieja vida “Inmediatamente él empezó a hablar de las cosas que habíamos hecho antes de que me hiciese creyente y antes de mi enfermedad. Él hablaba y se reía de estas cosas, mas yo estaba sentado allí como si llevara una máscara, como si no supiera ni jota de lo que hablaba. Por fin, me dijo: "¿Qué te pasa? ¿No recuerdas estas cosas?" Yo le respondí: "No recuerdo nada". "Tú estás como si no entendieras lo que digo." Se rió de otra fechoría que habíamos llevado a cabo y volvió a preguntar: "¿No recuerdas? « Respondí: "Oye, el individuo que estaba contigo aquella noche murió. Ha muerto". Ahora es una nueva criatura.

Del Libro “Destinados al éxito”
Autor: Jorge Arévalo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ALINEA TU CONFESIÒN A LA PALABRA DE DIOS

  Descubrí claramente el poder de la palabra cuando el texto bíblico de Hebreos 4: 12 llamó mi atención acerca de sus efectos. Literalmente ...