martes, 3 de julio de 2018

LA AVARICIA, UN MAL ENDÉMICO DE NUESTRO TIEMPO


En Lucas 12.15 Jesús dice: «Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee».

Jesús está hablando en este versículo de la avaricia. Dentro de este concepto están implícitos por lo menos tres puntos: La avaricia como el afán o deseo desordenado de poseer bienes, como una enfermedad del ahorro, y como mal propósito de vida.

Analicemos estos tres puntos:


La avaricia es el afán o deseo desordenado de poseer bienes

La avaricia tiene una relación muy estrecha con la codicia, porque codiciamos cuando deseamos desmedidamente dinero, poder y cosas materiales. Y con este fin el avaro toma pasos concretos para poseer estas riquezas sin que le importe el abuso que esto pueda representar para otros seres humanos. Por tal razón es frecuente también que la avaricia aparezca vinculada con otros pecados o delitos como la traición, la estafa y el soborno.

El avaro sólo pretende sumar más y más riquezas y no conoce ningún límite legal o ético para cumplir con su objetivo. Si es necesario perjudicar a otra persona o pasar por encima de la ley, el avaro está dispuesto a hacerlo.

El filósofo Platón dijo: 

·         “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”
El profeta Jeremías condenando a los avaros dice: «A ti sólo te interesa el dinero y no te importa cómo lo ganes. Con gran violencia robas y matas a gente inocente», Jeremías 22:17


La avaricia es una enfermedad del ahorro

El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Quien es avaro, pretende acumular todo tipo de riquezas materiales y no está dispuesto a gastarlas ni en sí mismo o compartirlas.

·         «Es una gran locura la de vivir pobre para morir rico», Juvenal
·         «De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre», Lucas 9: 25


La avaricia como mal propósito de vida

El avaro hace del dinero o acumulación de bienes su propósito de vida. No tiene otro propósito. Toda su energía, goce o felicidad en este mundo está basado en sus riquezas o fortunas personales, si los pierde, pierde su vida.

Por tal motivo el avaro sacrifica horas de sueño velando por sus bienes porque vive con la obsesión del robo o del incendio.

·         «La avaricia y la paz se excluyen mutuamente», Erich Fromm
·         «Recuerden que la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo corazón», Lucas 12:34 (TLA)

D.L Moody cuenta de un campesino rico del Estado de Nueva York. Antes de su conversión era muy miserable. Poco después de que aceptó a Cristo, se le presentó un pobre que había perdido todas sus posesiones en un incendio. El campesino resolvió darle algunos comestibles, y pensó que entre ellos le daría un jamón. Cuando iba a buscarlo, el Diablo le susurró al oído: "Dale el más chico que tengas."
Luego de una lucha, el hombre sacó el jamón más grande que pudo encontrar. Entonces el Diablo le dijo: "¡Eres un tonto!". El campesino le dijo: "Mira, Diablo: si no te callas, le voy a dar a este hombre todos los jamones que tengo en la despensa."

Jorge Arévalo
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