En muchas ocasiones atendí en consejería espiritual a
jóvenes afectados por problemas que tuvieron en los años de su infancia. Estos
problemas generaron cicatrices o marcas hasta su vida adulta que los impedía
llevar una vida alegre y de victoria.
Los entendidos en la materia del alma están de acuerdo en que lo que somos, creemos y pensamos hoy, es el producto de todos nuestros años desde que éramos niños. Personas que viven con heridas del alma, sombras del pasado que oscurecen su vida presente, y que aún sienten el dolor de sus memorias tempranas necesitan ser sanadas.
En el Nuevo Testamento el evangelista Mateo nos dice del Maestro:
Los entendidos en la materia del alma están de acuerdo en que lo que somos, creemos y pensamos hoy, es el producto de todos nuestros años desde que éramos niños. Personas que viven con heridas del alma, sombras del pasado que oscurecen su vida presente, y que aún sienten el dolor de sus memorias tempranas necesitan ser sanadas.
En las Escrituras vemos en el rey David un ejemplo claro de
un hombre que experimentó sanidad de su alma herida. En el Salmos 41:4 en su hora de dolor interno oró a Dios: “…
Jehová, ten misericordia de mí; sana mi
alma, porque contra ti he pecado”.
David acudió a la fe en Dios para sanidad de su alma. Él
estaba seguro que la paz que su corazón necesitaba y la libertad de sus
aflicciones lo encontraría en el perdón de Dios.
En el Salmos 23 declara: “Jehová es mi pastor… Él confortará (o sanará) mi alma”. Y
luego hablando de la gracia de Dios afirma:
"Él sana a los quebrantados de corazón; y venda
sus heridas. Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder…" (Salmos 147:3,
5).
En el Nuevo Testamento el evangelista Mateo nos dice del Maestro:
"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria;
y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas
enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los
sanó" (Mt 4:23, 24).
Este texto asegura que Jesús sanó "toda enfermedad y
toda dolencia". Esto incluye enfermedades espirituales, mentales,
emocionales y físicas. El versículo 24 nombra algunas de las enfermedades
relacionadas con cada parte del ser humano:
1) Enfermedades Espirituales: la posesión de demonios;
2)
Enfermedades Emocionales: tormentos;
3)
Enfermedades Físicas: parálisis.
El dolor de ser rechazado en el ámbito de la fe puede ser sanado
únicamente por el amor y la aceptación de Dios. Es lo que pasó con mi
vida, de adolescente sentía que mi vida no tenía valor, pensaba que no era aceptado
por los demás debido a ciertos defectos que tenía, creía que nadie me amaba,
esto me hizo caer en profunda depresión de lo que sólo Dios y Jesucristo pudieron
salvarme y restaurarme.
PASOS HACIA LA SANIDAD DEL ALMA
1. Venga A Jesús
1. Venga A Jesús
"Venid a mí los
que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:
28,29).
El primer paso para la sanidad
interior o del alma es “Venga a Jesús”, reconociéndolo como su
Salvador y haciéndolo el Señor de tu vida. Es el comienzo de tu restauración. Jesús tiene
el poder de sanar el corazón quebrantado y afligido.
2.
Pida perdón a Dios por guardar rencor y amargura en su vida
Jesús también sufrió dolores y rechazo. Él fue quebrantado y
rechazado en extremo en su hora más negra en su camino a la cruz. Pero él
guardó su corazón del odio y amargura y desde los mismos maderos hizo una
oración al Padre que a todos nos es conocida: “Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen”.
3. Tenemos
que perdonar
Nos es indispensable perdonar, esto se hace más fácil
cuando tú le hayas entregado tu vida a Cristo. Diría que el perdón hasta se
vuelve automático. No importa el tamaño del daño que te hayan causado el sentir
que Dios te perdonó a ti te llevará a perdonar a los demás.
Y cuando lo hayas hecho en el corazón y si fuera posible en
frente de la misma persona, serás un hombre /mujer verdaderamente libre.
José de la Biblia, puso por nombre a uno de sus hijos “Manasés”,
porque dijo: “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi
padre".
Dios había sanado la memoria de José de todo el rechazo y la injusticia que recibió de sus hermanos cuando
era niño. De cómo lo habían echado al foso para matarlo, luego vendido como
esclavo, acusado con mentiras y puesto en la cárcel estando en Egipto. Pero él
en lugar de guardar rencores, sacó provecho de todos los dolores y sufrimientos
en que fue parte. Declaró que Dios lo había llevado todo a bien. Tal como el
apóstol Pablo enseña en Romanos 8:28:
"y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien…”
Jorge Arévalo
FE PARA SANIDAD DEL ALMA
Serie: VIDA SANA
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