Jerónimo Savonarola, nació en Italia el año 1452 y vivió
hasta el año 1498. Fue un fraile dominico incómodo para su tiempo. Distinguido
predicador de la Florencia renacentista, además escritor sobresaliente en la
poesía, artes y la apologética.
Como orador fue extraordinario debido a la lógica de su razonamiento, el vigor de su pensamiento y la genialidad de su imaginación. También sobresale como filósofo por su originalidad y su profundidad.
Desde niño Savonarola se mostró muy inteligente, apasionado por los escritos de Platón. Luego estudió a Tomás de Aquino y leía mucho los comentaristas árabes de Aristóteles. Aprendió gramática, música y dibujo.
A los 20 años compuso el poema “De ruina mundi” donde daba sus juicios sobre los vicios y la corrupción moral de su época. Estando en el Convento de Santa María degli Angeli se dedicó con pasión a estudiar las técnicas para hacer excelentes discursos públicos.
Siendo monje de la Orden Dominica denunció con el espíritu de los profetas bíblicos el sensualismo y los pecados de la gente y confrontó los vicios papales. Sus biógrafos dicen que predicaba con “rayos y truenos”, tenía un mensaje de arrepentimiento parecido al de Juan el Bautista por lo que llegaba a congregar hasta 15,000 personas por misa. Pero también había lugares donde predicaba que el espacio quedaba insuficiente para tantos miles de oyentes que le seguían. Realmente impresionante.
Se lo recuerda por ordenar la célebre “hoguera de las vanidades” haciendo un llamado a los florentinos a arrojar los objetos de lujos, cosméticos y libros considerados licenciosos por su juicio. No tuvo temor de hablar contra el lujo, la depravación de los poderosos y la corrupción de la iglesia. Fue muy duro en predicar la sodomía.
Siendo titular de la iglesia de San Marco en su amada Florencia atacó al Papa Inocencio VIII como “el más vergonzoso de toda la historia, con el mayor número de pecados y como la reencarnación del mismo diablo”.
Esta forma ardiente y violenta de predicar no era extraño para las personas de su tiempo, sus profecías parecían cumplirse, por ejemplo, la derrota de su país por los franceses y la caída de los ricos que vivían con excesivos lujos acostumbrados que vivían rodeados de obras de arte, en contraste con la mayoría de la gente que vivían en pobreza pero que lo veían como el profeta de “los últimos tiempos”. Incluso predijo la epidemia de sífilis que trajo desastre a la comunidad.
Eso le llevó a perseguir con ferocidad a los homosexuales cuando fue gobernador de la República de Florencia, asimismo persiguió a los bebedores de alcohol, terminó con los juegos de azar y la ropa indecente.
Ordenó a la policía que buscara por la ciudad todo objeto de vanidad y pecado, así como libros que trataran sobre cuestione sexuales, todo lo hechó a la “hoguera de las vanidades” que ardía en el centro de la plaza principal de la ciudad. Su extremo apasionamiento religioso le llevó a quemar cuadros y obras maestras del Renacimiento, libros de Petrarca y Bocacio, libros de antiguos escritores de la civilización romana y griega para él consideradas como inmorales. Intentó obligar a los ciudadanos que retornasen a una vida con costumbres sencillas.
Algunos historiadores lo comparan con Lutero en su denuncia a la corrupción de la iglesia católica romana pero a diferencia del reformador alemán no estableció ninguna base doctrinal pero hizo un adelantado de la reforma moral que iba a venir con el Protestantismo.
Savonarola fue admirado por humanistas religiosos quienes al margen de sus excesos y fanatismo valoraron sus profundas convicciones espirituales. Cuando falleció el Papa Inocencia VIII le sucedió Alejandro VI en medio de un gran escándalo. Este hecho no podía pasar desapercibido por Savonarola quién denunció que el nuevo Papa era representante de la corrupción y uno de sus máximos exponentes.
Como orador fue extraordinario debido a la lógica de su razonamiento, el vigor de su pensamiento y la genialidad de su imaginación. También sobresale como filósofo por su originalidad y su profundidad.
Desde niño Savonarola se mostró muy inteligente, apasionado por los escritos de Platón. Luego estudió a Tomás de Aquino y leía mucho los comentaristas árabes de Aristóteles. Aprendió gramática, música y dibujo.
A los 20 años compuso el poema “De ruina mundi” donde daba sus juicios sobre los vicios y la corrupción moral de su época. Estando en el Convento de Santa María degli Angeli se dedicó con pasión a estudiar las técnicas para hacer excelentes discursos públicos.
Siendo monje de la Orden Dominica denunció con el espíritu de los profetas bíblicos el sensualismo y los pecados de la gente y confrontó los vicios papales. Sus biógrafos dicen que predicaba con “rayos y truenos”, tenía un mensaje de arrepentimiento parecido al de Juan el Bautista por lo que llegaba a congregar hasta 15,000 personas por misa. Pero también había lugares donde predicaba que el espacio quedaba insuficiente para tantos miles de oyentes que le seguían. Realmente impresionante.
Se lo recuerda por ordenar la célebre “hoguera de las vanidades” haciendo un llamado a los florentinos a arrojar los objetos de lujos, cosméticos y libros considerados licenciosos por su juicio. No tuvo temor de hablar contra el lujo, la depravación de los poderosos y la corrupción de la iglesia. Fue muy duro en predicar la sodomía.
Siendo titular de la iglesia de San Marco en su amada Florencia atacó al Papa Inocencio VIII como “el más vergonzoso de toda la historia, con el mayor número de pecados y como la reencarnación del mismo diablo”.
Esta forma ardiente y violenta de predicar no era extraño para las personas de su tiempo, sus profecías parecían cumplirse, por ejemplo, la derrota de su país por los franceses y la caída de los ricos que vivían con excesivos lujos acostumbrados que vivían rodeados de obras de arte, en contraste con la mayoría de la gente que vivían en pobreza pero que lo veían como el profeta de “los últimos tiempos”. Incluso predijo la epidemia de sífilis que trajo desastre a la comunidad.
Eso le llevó a perseguir con ferocidad a los homosexuales cuando fue gobernador de la República de Florencia, asimismo persiguió a los bebedores de alcohol, terminó con los juegos de azar y la ropa indecente.
Ordenó a la policía que buscara por la ciudad todo objeto de vanidad y pecado, así como libros que trataran sobre cuestione sexuales, todo lo hechó a la “hoguera de las vanidades” que ardía en el centro de la plaza principal de la ciudad. Su extremo apasionamiento religioso le llevó a quemar cuadros y obras maestras del Renacimiento, libros de Petrarca y Bocacio, libros de antiguos escritores de la civilización romana y griega para él consideradas como inmorales. Intentó obligar a los ciudadanos que retornasen a una vida con costumbres sencillas.
Algunos historiadores lo comparan con Lutero en su denuncia a la corrupción de la iglesia católica romana pero a diferencia del reformador alemán no estableció ninguna base doctrinal pero hizo un adelantado de la reforma moral que iba a venir con el Protestantismo.
Savonarola fue admirado por humanistas religiosos quienes al margen de sus excesos y fanatismo valoraron sus profundas convicciones espirituales. Cuando falleció el Papa Inocencia VIII le sucedió Alejandro VI en medio de un gran escándalo. Este hecho no podía pasar desapercibido por Savonarola quién denunció que el nuevo Papa era representante de la corrupción y uno de sus máximos exponentes.
Esta vez el Papa no estaba dispuesto a tolerar a nuestro
grande orador, no iba a perdonar que
éste destapara sus crímenes y pecados. Primero intentó chantajearle proponiéndole
el cargo de Cardenal a lo que se negó afirmando estas palabras: “«No me pondré ningún birrete sino el de mártir,
enrojecido con mi propia sangre».
Para el Papa no
quedaba más que condenar a Savonarola “aunque fuera un segundo Juan Bautista”,
y así lo hizo. El monje dominico fue encarcelado, torturaron y quemado en la plaza
pública. Murió el 23 de Mayo de 1498 a pocos años de la reforma de Martín
Lutero, quién ya estaba aguardando su turno.
Aquí una frase
de Savonarola:
“Una iglesia que devasta, que
ampara a prostitutas,
mozalbetes licenciosos y ladrones, y en cambio persigue a los buenos
y perturba la vida cristiana no está impulsada por la religión sino por el diablo,
al que no sólo se le puede sino que se le debe hacer frente”
mozalbetes licenciosos y ladrones, y en cambio persigue a los buenos
y perturba la vida cristiana no está impulsada por la religión sino por el diablo,
al que no sólo se le puede sino que se le debe hacer frente”
Jorge Arévalo
SAVONAROLA, EL PREDICADOR DE RAYOS Y TRUENOS
Serie: Grandes oradores de la historia
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