(Isaías 43: 2)
En la vida todos pasamos
situaciones adversas unos diferentes a otros, no estamos exentos de las
dificultades que pudieran aparecernos. Debemos estar preparados no sólo para
saber cómo salirnos de estas circunstancias, o para evitarlos, sino también
para hacerle frente venciendo y conquistando. Este versículo de Isaías 43: 2
nos enseña básicamente dos cosas: Sabiduría para escaparnos del mal, y Valentía
para enfrentarnos, pero en cualquier de las dos situaciones Dios está con
nosotros para darnos la victoria final. Si algo hemos perdido en algún momento,
ten la seguridad que lo recuperarás, es la promesa de Dios, serás restaurado al
doble quizás como Job, o siete veces más como dice el Proverbio 6: 30.31. Pero
sin duda regresarás a tu gloria de antes, volverás a tu paz, pero estarás más
maduro, más fuerte, más crecido en carácter, más estable, tu gozo será firme,
estarás listo para ser un instrumento mayor de lo que fuiste antes, Dios que es
bueno te llevará a nuevos niveles de fe y espiritualidad y consolarás a muchos
con la misma consolación con que fuiste consolado. Veamos el versículo por sus partes:
1.
Cuando pases por las
aguas, yo estaré contigo
El pueblo de Israel pasó por
en medio del mar rojo en seco (Éxodo 14-15), sus enemigos egipcios que los
persiguieron trataron de hacer lo mismo pero el mar los cubrió y se ahogaron.
Dios es fiel en proteger a los que son de él. Puedes estar entre la espada y la
pared pero Dios tendrá siempre una salida para ti. Su poder es superior a la
fuerza del mar, él los separará, abrirá un camino para ti donde no lo hay. Sólo
obedece Su Palabra en que no debes temer, él te dice en medio de las circunstancias: “Jehová
peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”, esta promesa está específicamente
en Éxodo 14:14. No temas hombre de Dios. Dios es fiel, pasarás seguro la prueba,
no perecerás.
2.
Y si por los ríos, no
te anegarán
Esto se dio también con el
pueblo de Israel, ellos volvieron a cruzar las aguas en seco, esta vez un río,
el Jordán, antes el mar Rojo, ahora un gran río. Dios les desafió a la
adversidad. Los israelitas sabían que cruzar el río Jordán les iba a
representar riesgos, problemas, luchas, peligros, pero era la única forma de
alcanzar sus mayores bendiciones. No podían estar eternamente en el desierto
viviendo del maná del día. Dios tenía algo mejor para ellos, pero debían
conquistarlo en la fe de Dios. Pues al otro lado del río había fortalezas
inexpugnables, enemigos gigantes a conquistar y derrotar, y Dios les empujó a
hacerlo, los impulsó a hacer frente a los conflictos, pero debían estar seguros que su amparo no se
iba a apartar de ellos. Dios iba a ir delante como su Capitán, él les iba a dar
la estrategia para cada batalla. Ninguno se anegaría en el río, ni dejaría de
alcanzar sus bendiciones. Sus promesas son firmes y fieles para los creyentes. Es
la razón por la que el apóstol Pablo habló que somos más que vencedores en
Cristo, sobre toda tribulación, angustia, hambre, persecución, peligro o
espada. Dios te lleva a conquistar tu monte. Los planes que él tiene para ti son
de paz y de completa prosperidad para los tiempos que vienen. Esfuérzate y
aliéntese tu corazón.
3.
“Cuando pases por el
fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”
Los exiliados judíos habían
visto arder Jerusalén, ellos habían sentido el fuego de la furia babilónica cuando su ciudad fue capturada,
saqueada e incendiada por el enemigo. Pero Dios no iba a olvidarse de ellos
para siempre, al cabo de unas décadas el imperio babilónico fue derrotado por
otro más grande, por los persas. Ciro el Grande se convirtió en el gran
instrumento de Dios para liberar a los judíos cautivos y decretar su regreso a
Jerusalén. Y ordenó que se les diera todo el apoyado económico y logístico para
que restauren su ciudad. Esto es maravilloso. Puedes estar en medio del fuego,
puedes estar en medio de las llamas, pero ni el fuego, ni la llama tienen poder
suficiente para destruirte. El amor de tu Dios es más, y él te restaurará. Hará
que te devuelvan todo y serás próspero en tu propia tierra. Nunca más volverás
a hablar de deudas, ya no los tendrás, tampoco regresarás a tu vida mediocre y
conformista de antes, ahora servirás a Dios con poder para ser su testigo en
las naciones. Vale la pena que continúes sirviéndole.
Jorge Arévalo
EL CRUCE DE LAS AGUAS
Serie: “Versículos y pasajes
edificantes de la Biblia”
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