La situación de la violencia juvenil
en el país no es menos que la esperada, la falta de empleo, el escaso incentivo
para el estudio y para desarrollar empresa por parte de los gobiernos locales, el contexto del barrio muchas veces con
problemas de drogas, alcohol, pandillaje, y todo esto sumado a los hogares
disfuncionales permiten que las cifras de la delincuencia juvenil estén en aumento
en el país. Según el INEI cerca de 10 millones de peruanos, es decir, la
tercera parte de la población peruana ya ha sido víctima de delincuentes.
Pandillaje y barras bravas
Un estudio realizado el año
2009, en 42 distritos de Lima Metropolitana y 7 del Callao reveló que sólo en
la capital existían aproximadamente 22, 000 pandilleros divididos en 410 grupos
del tipo barrial, deportivo y escolar. Ahora son más, lo deducimos por las
estadísticas que dicen que cada año la delincuencia va ganando terreno en el
país. Otro dato que tenemos es que el
45% de los pandilleros son menores de edad y el 70% de ellos no estudia.
Conocemos que el fenómeno de
las pandillas está asociado directamente con las barras bravas quienes son los
que la dirigen. Una barra es más fuerte que el otro según cuántas pandillas ha
logrado aglutinar. Hace algunos años trabajando unos programas sociales con mi
asociación ADJ (Asociación Desarrollo Juvenil y Prevención de la Violencia) en
Tupac Amaru de Villa y Mateo Pumacahua en las arribas de Chorrillos, encontré
dos barras bravas bien definidas en sus zonas. Se encontraban los Huracanes de
la U por un lado y por el otro los Aliados del Alianza. Los de la U eran más
fuertes, pues, contaban con 27 grupos de pandillas y los del Alianza sumaban 17
entre ellos 4 que eran expresamente pandillas de mujeres. Cada uno de estas pandillas tenía entre 15 y
100 miembros, lo que les hacía muy peligrosas.
Logré el acercamiento con los
directivos de los Huracanes de la U quienes vinieron a mi local que tenía
alquilado para mis trabajos en la zona y en una reunión con el Comisario, con
el directivo de la Junta Vecinal y los dirigentes del Local Comunal nos solicitaron
apoyo en conseguirles trabajo, que necesitaban trabajar ya que algunos eran
padres de familia, que estaban conscientes que estaban haciendo un mal a la
sociedad cometiendo delitos y robos, que no deseaban vivir una vida mala, que
no querían ir a parar a la cárcel, que ansiaban cambiar de vida y trabajar, pero que también necesitaban capacitarse, aprender
un oficio, ya que la mayoría de los integrantes no sabían hacer nada, para esto
nos pedían que les ayudáramos a conseguir becas de estudio y trabajo. Esto era
su clamor, cuando les pregunté cuántos integrantes conformaban su barra, me
respondieron que eran como unos 500 miembros.
Sicariato
En cuanto al sicariato juvenil,
la realidad es que en los 2 últimos años se ha incrementado, y en su mayoría
están concentrados en ciudades como Trujillo, Piura y Chiclayo. Hace poco el Ministerio Público informaba de 130
menores recluidos por homicidio. Entre los casos de menores más sonados estaba
el de “gringasho”, considerado el sicario más peligroso del país. El 2012
cuando fue capturado por la Policía Nacional, tenía 16 años y ya era acusado de
12 homicidios, entre ellos el de una mujer embarazada.
Otro caso sonado es el de la “hormiguita”,
un menor de tan sólo 13 años, nacido en Trujillo, capturado el año pasado al
ser acusado de 3 asesinatos, según relató él mismo, empezó a dedicarse a la
delincuencia desde que tenía 11 años y había trabajado para una banda de
secuestradores.
¿Qué hacemos? ¿Cómo logramos
reducir la delincuencia, el pandillaje y las barras bravas? Demás está decir
que el compromiso es de todos y esto incluye la familia, iglesia, clubes
deportivos, asociaciones y empresa, entidades que el gobierno debe poder articular
e incentivar para la elaboración de programas efectivos de prevención de la
violencia juvenil.
Jorge Arévalo
La violencia juvenil en cifras y
en casos
Serie: Gestión Pública Juvenil
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