Jesús dijo en Marcos 11:22-23 «…Tened fe en Dios. Porque de
cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que
diga le será hecho».
Los milagros existen. Jesús enseñó de una ley de milagros
que garantiza la realización de cosas imposibles. Estoy seguro que cada uno de
nosotros que está siendo desafiado para cosas grandes el 2013 necesitará de esta
ley para verlas acontecer
en su vida.
A continuación tres ingredientes para hacer operar la ley de
los milagros:
Habla la palabra
- «Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte…»
La palabra hablada en cualquiera de sus formas positiva o
negativa siempre tiene el poder de realizar lo que dice. Proverbios 12:18 revela que las palabras pueden curar
como herir. “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero
la lengua de los sabios es medicina”.
Es la razón por la que debemos pensar cuidadosamente en cómo
usar las palabras. Jesús la empleó para
sanar enfermos, liberar endemoniados, limpiar leprosos, dar vista a los ciegos,
hacer oír al sordo, multiplicar los panes, calmar los vientos y tempestad así
como resucitar a los muertos.
El centurión romano cuando mandó llamar a Jesús para sanar
a su criado, dijo: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente
di la palabra, y mi criado sanará», Mateo 8:8.
Este centurión reconocía la autoridad del Señor sobre toda enfermedad y dolencia, reconocía que por su palabra su criado moribundo podía sanar aún estando a una distancia de kilómetros.
Este mismo poder en las palabras las tenemos en nuestra lengua, Jesús nos dio autoridad para hablar a toda montaña de dificultad y ordenarle que se vaya de nuestro camino y lo hará.
En Marcos 16: 17-18 Jesús dijo: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios… sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán». Para echar los demonios y sanar a los enfermos en Su Nombre se necesita hablar la palabra. El milagro está en la boca. La palabra hablada con fe es el primer ingrediente de la ley de los milagros.
En Marcos 16: 17-18 Jesús dijo: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios… sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán». Para echar los demonios y sanar a los enfermos en Su Nombre se necesita hablar la palabra. El milagro está en la boca. La palabra hablada con fe es el primer ingrediente de la ley de los milagros.
No dudes en tu corazón
- “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón…»
Un segundo ingrediente para la operación de la ley de los milagros
es no dudar en el corazón. El apóstol Santiago dice: “...el
que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa
alguna del Señor», Santiago 1:6-7.
La duda es el arma de Satanás para robarte lo que Dios te
dio. Toda la felicidad, comunión, paz, gozo y bendiciones abundantes que Adán y Eva disfrutaban en el huerto lo
echaron a perder cuando dieron lugar a la duda en sus corazones.
La duda es el principal enemigo de la fe y puede volver inoperante la ley de los milagros. Jesús fue
tentado tres veces para dudar de la palabra de Dios durante su ayuno
de cuarenta días. Pero guardó su corazón y no dio le dio cabida e inmediatamente comenzó su ministerio público operando bajo la ley de los milagros.
La duda no tiene ningún sustento sólido, la fe
en cambio, se basa en la Palabra de Dios y en una historia de miles de
años lleno de testimonios de milagros.
Según la traducción al lenguaje actual Marcos 11:23-24 dice así: «Les
aseguro que, si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que
pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí
y échate en el mar”, así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que
han pedido».
Perdona todo lo malo que otra persona te haya hecho
- «Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados», Marcos 11: 25-26 (TLA).
En el mismo contexto del pasaje que estamos explicando se
encuentra el tercer ingrediente importante para la operación de la ley de los
milagros: El perdón.
Sin perdón no hay milagros. Las amarguras, resentimientos, celos,
envidias y cosas por el estilo son solo impedimentos. Usted
no moverá montaña alguna sino perdona en su corazón. Los milagros divinos no consisten solo de palabras
y de fe, no es magia, emanan de un corazón lleno de perdón, y limpio de toda rencilla.
Hay una frase de William Shakespeare que dice: “ El perdón cae como lluvia suave desde el
cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo
recibe”
El perdón completa los ingredientes necesarios para la
operación de la ley de los milagros en y a través de su vida.
Jorge Arévalo
Sección: La iglesia
del Nuevo Testamento
Catalogado en: LA LEY DE LOS MILAGROS
Catalogado en: LA LEY DE LOS MILAGROS
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