Hay cosas como el odio y el
rencor que impide que desarrollemos una vida sana. Expertos en el tema del alma
han probado que la existencia de estos sentimientos negativos en el interior de
una persona es tan tóxica que provocan hasta enfermedades físicas ni que decir insatisfacciones
que llegan a provocar desánimo, aburrimiento y depresión en la vida.
Para tener una vida sana es menester nacer de nuevo otra vez, es decir, nacer del espíritu y esto es una experiencia maravillosa, incomparable, puesto que ya eres consciente de las cosas que estás pasando. A diferencia de cuando nacemos del vientre de nuestra madre en que aún nuestro cerebro no puede captar el significado de venir a este mundo.
El nuevo nacimiento es una experiencia poderosa y mística que salva la vida de cualquier persona en condiciones psicológicas y físicas deplorables. Pueden dar fe de esto miles de millones de personas alrededor del mundo que lo han vivido y el testimonio de igual número de antiguos que dejaron constancia de este suceso milagroso en obras tan magnas como “Confesiones” de Agustín de Hipona, o el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento bíblico que narra la conversión de Pablo el apóstol.
Yo mismo puedo dar fe de esta experiencia singular. De adolescente vivía con estados de ánimo tan cambiantes, me sentía desorientado, como perdido, sin un rumbo en la vida. El presente me parecía aburrido y no lograba avizorar nada bueno para mi futuro. Había caído en el desánimo, en el desinterés por la vida. Y esto era peligroso para mí. Pude quizás entregarme a la mala vida de la juventud o quitarme la vida. Pensé en estas cosas una y otra vez pero Dios logró librarme de fatales decisiones.
Luego llegó un día en que el Creador confrontó mi relación de continuo rechazo hacia él. Y pude darme cuenta de su amor y de su llamado a volver a nacer. El texto bíblico de Hechos 16:31 aún resuena claramente en mis oídos:
Para tener una vida sana es menester nacer de nuevo otra vez, es decir, nacer del espíritu y esto es una experiencia maravillosa, incomparable, puesto que ya eres consciente de las cosas que estás pasando. A diferencia de cuando nacemos del vientre de nuestra madre en que aún nuestro cerebro no puede captar el significado de venir a este mundo.
El nuevo nacimiento es una experiencia poderosa y mística que salva la vida de cualquier persona en condiciones psicológicas y físicas deplorables. Pueden dar fe de esto miles de millones de personas alrededor del mundo que lo han vivido y el testimonio de igual número de antiguos que dejaron constancia de este suceso milagroso en obras tan magnas como “Confesiones” de Agustín de Hipona, o el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento bíblico que narra la conversión de Pablo el apóstol.
Yo mismo puedo dar fe de esta experiencia singular. De adolescente vivía con estados de ánimo tan cambiantes, me sentía desorientado, como perdido, sin un rumbo en la vida. El presente me parecía aburrido y no lograba avizorar nada bueno para mi futuro. Había caído en el desánimo, en el desinterés por la vida. Y esto era peligroso para mí. Pude quizás entregarme a la mala vida de la juventud o quitarme la vida. Pensé en estas cosas una y otra vez pero Dios logró librarme de fatales decisiones.
Luego llegó un día en que el Creador confrontó mi relación de continuo rechazo hacia él. Y pude darme cuenta de su amor y de su llamado a volver a nacer. El texto bíblico de Hechos 16:31 aún resuena claramente en mis oídos:
“Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo tú y tu casa”
Me dije a sí mismo en mi corazón
y luego en un culto de la iglesia: “Sí Señor, yo creo en el Señor Jesucristo y
deseo que él me haga salvo y haga salvo a toda mi familia, mis padres y
hermanas”. Fue el día en que recibí a Cristo como mi Salvador en mi corazón.
Ese día sentí en primer lugar el perdón de Dios de todos mis pecados, luego la
pureza. Entre quebrantamiento y llanto viví la sensación de la purificación de
mi alma.
Que hermosa experiencia. Otros efectos de esta obra del Espíritu fueron el alivio de mis cargas o tensión emocional que padecía. El rompimiento de mis cadenas de odio y rencor hacia una persona en particular que me afectó tanto. El sentirme amado y llenado por primera vez. El poder perdonar con sinceridad en mi corazón, el amar a mi familia y mis padres. El hacer las cosas por amor, sin que nadie me obligue ahora. El cambio de hijo rebelde a hijo obediente y el nuevo rumbo o propósito que mi vida había tomado a partir de entonces. Que gratos y abundantes beneficios del nuevo nacimiento.
Quizás mientras lees esta nota, puedes estar preguntándote: “¿Cómo puedo yo igualmente tener similar experiencia?” “¿Cómo puedo nacer de nuevo?”.
Si es así, ya diste el primer paso que es el de reconocer que necesitas un cambio en tu vida, un giro de 180 grados para volver a comenzar de nuevo. Esta es una oportunidad gloriosa que viene para ti de parte de Dios.
Lo segundo es reconocer que necesitas ser salvo y debes entregar tu vida a Cristo. Esto lo haces a través de una sincera oración como esta, lo cual te pido que lo repitas:
“Padre, el nombre de Jesús, me acerco a ti, reconociendo que soy un pecador y que necesito tu perdón. Cristo, te entrego mi vida. Creo que tú eres el Señor y Salvador y que vives para siempre. Te recibo en mi corazón y te pido que desde hoy seas el Señor de mi vida . Amén”.
El nuevo nacimiento es el primer ingrediente hacia una vida sana en este mundo.
Que hermosa experiencia. Otros efectos de esta obra del Espíritu fueron el alivio de mis cargas o tensión emocional que padecía. El rompimiento de mis cadenas de odio y rencor hacia una persona en particular que me afectó tanto. El sentirme amado y llenado por primera vez. El poder perdonar con sinceridad en mi corazón, el amar a mi familia y mis padres. El hacer las cosas por amor, sin que nadie me obligue ahora. El cambio de hijo rebelde a hijo obediente y el nuevo rumbo o propósito que mi vida había tomado a partir de entonces. Que gratos y abundantes beneficios del nuevo nacimiento.
Quizás mientras lees esta nota, puedes estar preguntándote: “¿Cómo puedo yo igualmente tener similar experiencia?” “¿Cómo puedo nacer de nuevo?”.
Si es así, ya diste el primer paso que es el de reconocer que necesitas un cambio en tu vida, un giro de 180 grados para volver a comenzar de nuevo. Esta es una oportunidad gloriosa que viene para ti de parte de Dios.
Lo segundo es reconocer que necesitas ser salvo y debes entregar tu vida a Cristo. Esto lo haces a través de una sincera oración como esta, lo cual te pido que lo repitas:
“Padre, el nombre de Jesús, me acerco a ti, reconociendo que soy un pecador y que necesito tu perdón. Cristo, te entrego mi vida. Creo que tú eres el Señor y Salvador y que vives para siempre. Te recibo en mi corazón y te pido que desde hoy seas el Señor de mi vida . Amén”.
El nuevo nacimiento es el primer ingrediente hacia una vida sana en este mundo.
Jorge Arévalo
Nuevo Nacimiento
Serie: “Vida Sana”
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