Los primeros pensamientos al
despertar son los que cuentan. La meditación de la mañana. Nuestra mente tiene
la función de acomodar nuestro organismo y emociones al cuadro establecido en
el interior de nuestro corazón. Lo confirman los expertos en el alma y la
experiencia propia. Es la razón por la que al abrir los ojos no enciendo el
televisor. No permito que factores externos determinen lo que debo de pensar ni
lo que debo de sentir.
Somos afortunados al tener poder de elección. Elijamos lo que más nos conviene. Pensar bien y no mal es el secreto de una vida sana y abundante. Puedes echar de ti el temor, la incertidumbre, las emociones negativas, y alinearte a un cuadro de paz, de contentamiento, de regocijo, de fe y esperanza. Las cosas buenas o malas de la vida están determinadas por la manera de pensar. Es cuestión de perspectiva.
En este sentido conviene ser racionalistas si tú así lo deseas. Puedes determinar lo que tus ojos quieres que vea, lo que tu boca debe hablar y lo que tus emociones deban sentir. Algunos pensamientos te ayudarán a sentirte de lo mejor y otros lo peor. Algunos pensamientos te harán sentir desde el arranque del día la paz y tranquilidad que buscas, o empezarás por preocuparte y caer en el estrés y la desdicha. Tú decides.
Las Escrituras también confirmar esta verdad. En el primer capítulo del libro de Josué dice:
1: 8” Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
De día y de noche meditarás en él. En las palabras de este libro. Lo que decidas pensar determinará la prosperidad de tu camino y que todo te salga bien en la jornada.
Puedes creer esta verdad y determinar meditar en la palabra del viejo libro, puedes escoger poner estos pensamientos en tu mente y corazón para que alcances la sabiduría de la vida. Somos lo que pensamos, tenemos lo que producen nuestras palabras, podemos hacer cosas con la fuerza y el ánimo que nos da una confesión positiva.
Por esta razón el apóstol Pablo dice que debemos preferir no andar mirando las cosas que se ven o que nuestros ojos de los sentidos nos hacen ver, sino que debemos mirar las cosas que no se ven, las que son de bendición eterna.
“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18)
Nos asegura el apóstol que Dios el Creador del Universo opera bajo esta ley, pues en Romanos 4:17 dice:
"como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen".
El Dios de la vida nos da la pauta. El desea que sus criaturas operen bajo la misma forma, cambien su manera de pensar y decidan caminar en convicciones sanas de Su Palabra. El profeta Joel pone el ejemplo:
“Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (Joel 3:10)
Si tú eres débil puedes decir: “Fuerte soy”.
Diga el pobre “rico soy”, puesto que el apóstol declara: “Ustedes saben que nuestro Señor Jesucristo era rico, pero tanto los amó a ustedes que vino al mundo y se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.” (2 Corintios 8:9 versión TLA).
Diga el que está enfermo “sano soy”, por cuanto Isaías el profeta declara: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Somos afortunados al tener poder de elección. Elijamos lo que más nos conviene. Pensar bien y no mal es el secreto de una vida sana y abundante. Puedes echar de ti el temor, la incertidumbre, las emociones negativas, y alinearte a un cuadro de paz, de contentamiento, de regocijo, de fe y esperanza. Las cosas buenas o malas de la vida están determinadas por la manera de pensar. Es cuestión de perspectiva.
En este sentido conviene ser racionalistas si tú así lo deseas. Puedes determinar lo que tus ojos quieres que vea, lo que tu boca debe hablar y lo que tus emociones deban sentir. Algunos pensamientos te ayudarán a sentirte de lo mejor y otros lo peor. Algunos pensamientos te harán sentir desde el arranque del día la paz y tranquilidad que buscas, o empezarás por preocuparte y caer en el estrés y la desdicha. Tú decides.
Las Escrituras también confirmar esta verdad. En el primer capítulo del libro de Josué dice:
1: 8” Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
De día y de noche meditarás en él. En las palabras de este libro. Lo que decidas pensar determinará la prosperidad de tu camino y que todo te salga bien en la jornada.
Puedes creer esta verdad y determinar meditar en la palabra del viejo libro, puedes escoger poner estos pensamientos en tu mente y corazón para que alcances la sabiduría de la vida. Somos lo que pensamos, tenemos lo que producen nuestras palabras, podemos hacer cosas con la fuerza y el ánimo que nos da una confesión positiva.
Por esta razón el apóstol Pablo dice que debemos preferir no andar mirando las cosas que se ven o que nuestros ojos de los sentidos nos hacen ver, sino que debemos mirar las cosas que no se ven, las que son de bendición eterna.
“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18)
Nos asegura el apóstol que Dios el Creador del Universo opera bajo esta ley, pues en Romanos 4:17 dice:
"como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen".
El Dios de la vida nos da la pauta. El desea que sus criaturas operen bajo la misma forma, cambien su manera de pensar y decidan caminar en convicciones sanas de Su Palabra. El profeta Joel pone el ejemplo:
“Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (Joel 3:10)
Si tú eres débil puedes decir: “Fuerte soy”.
Diga el pobre “rico soy”, puesto que el apóstol declara: “Ustedes saben que nuestro Señor Jesucristo era rico, pero tanto los amó a ustedes que vino al mundo y se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.” (2 Corintios 8:9 versión TLA).
Diga el que está enfermo “sano soy”, por cuanto Isaías el profeta declara: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Jorge Arévalo
Pensamientos saludables para empezar
el díaSerie: Vida Sana
Comentarios
Publicar un comentario