“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios” (Mateo 5: 9).
La enseñanza de Jesús respecto a la felicidad está claramente marcada en el inicio de su sermón de la montaña. Su receta es clara. Las riquezas, la autorrealización, el prestigio o el poder no son lo primordial para alcanzar la felicidad. Las vías son: “ser pobres de espíritu”, “llorar”, “ser mansos”, “tener hambre y sed de justicia”, “ser misericordioso”, “tener un corazón limpio”, y “ser un pacificador”.
Los pacificadores serán llamados hijos de Dios. Esto habla de prestigio. Alcanzar buen testimonio o buena fama a lo largo de la vida no es de simples sino de hombres con carácter, maduros, que han alcanzado realizarse como buenos cristianos llevando una vida de paz interna y externa. Los pacificadores son hombres que contribuyen con la paz en el lugar donde se encuentran. Hoy más que nunca la sociedad requiere de esta clase de hombres. Ante tantos conflictos que vemos a diario entre vecinos, colegas profesionales, políticos y familia se necesita visibilizar a los hombres de paz.
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
La enseñanza de Jesús respecto a la felicidad está claramente marcada en el inicio de su sermón de la montaña. Su receta es clara. Las riquezas, la autorrealización, el prestigio o el poder no son lo primordial para alcanzar la felicidad. Las vías son: “ser pobres de espíritu”, “llorar”, “ser mansos”, “tener hambre y sed de justicia”, “ser misericordioso”, “tener un corazón limpio”, y “ser un pacificador”.
Los pacificadores serán llamados hijos de Dios. Esto habla de prestigio. Alcanzar buen testimonio o buena fama a lo largo de la vida no es de simples sino de hombres con carácter, maduros, que han alcanzado realizarse como buenos cristianos llevando una vida de paz interna y externa. Los pacificadores son hombres que contribuyen con la paz en el lugar donde se encuentran. Hoy más que nunca la sociedad requiere de esta clase de hombres. Ante tantos conflictos que vemos a diario entre vecinos, colegas profesionales, políticos y familia se necesita visibilizar a los hombres de paz.
Jesús nos dio ejemplo de cómo ser un hombre de paz. Él vivió
en amor, perdón y compasión. Contribuyó verdaderamente a la paz entre los hombres. Hizo convivir en armonía a
un grupo de discípulos entre los que se encontraban un zelote (guerrillero)
como Simón, un odiado cobrador de impuesto como Mateo y un temperamental como
Pedro. El Maestro les enseñó los buenos modales de convivencia y relaciones interpersonales.
Es lo que necesitamos hoy, padres de familia que enseñen a vivir en paz a sus hijos,
para que no sean conflictivos, para que respeten a sus compañeros de clase y no
hagan bullying. Necesitamos que desde el hogar se forme con el ejemplo a los
hijos para que la sociedad esté libre de jóvenes violentos, pandilleros y delincuentes.
En los Estados Unidos un hombre negro contribuyó a la paz entre los de su raza y los blancos. Durante su vida luchó por que los derechos civiles en la práctica sean iguales para todos. Levantó un gran movimiento de paz en su nación, lo asesinaron por esto. Me refiero al pastor Martin Luther King. Podría considerarse sin duda alguna un pacificador. Su muerte por homicidio fue una semilla de paz para la gran nación de América. Su anterior Presidente fue un hombre negro. Y esto no hubiera sido posible hace cuarenta años, es decir, antes del pastor Luther.
Jesús dijo que los felices en este mundo son los pacificadores. Ahí está la clave, ser un hombre de paz. Nada más contribuirá a tu felicidad que desarrollar un espíritu de paz en tu vida. Y vivir como un pacificador.
Francisco de Asís, de la iglesia católica del siglo XII rezó así:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tantoEn los Estados Unidos un hombre negro contribuyó a la paz entre los de su raza y los blancos. Durante su vida luchó por que los derechos civiles en la práctica sean iguales para todos. Levantó un gran movimiento de paz en su nación, lo asesinaron por esto. Me refiero al pastor Martin Luther King. Podría considerarse sin duda alguna un pacificador. Su muerte por homicidio fue una semilla de paz para la gran nación de América. Su anterior Presidente fue un hombre negro. Y esto no hubiera sido posible hace cuarenta años, es decir, antes del pastor Luther.
Jesús dijo que los felices en este mundo son los pacificadores. Ahí está la clave, ser un hombre de paz. Nada más contribuirá a tu felicidad que desarrollar un espíritu de paz en tu vida. Y vivir como un pacificador.
Francisco de Asís, de la iglesia católica del siglo XII rezó así:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Dios te bendiga
Jorge Arévalo
Sección: Fe y Espiritualidad
Jorge Arévalo
Sección: Fe y Espiritualidad
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